viernes, 16 de diciembre de 2011

Ley antiterrorista o el terror a esta ley

-Articulo escrito antes de ser sancionado-
Bien concluye el colega Horacio Verbitsky, con suma prudencia, su nota del domingo pasado sobre el llamado Proyecto de Legislación Antiterrorista: “En este contexto mundial, las implicaciones del proyecto de ley argentino, que tiene estado parlamentario desde octubre, son tan graves que es poco recomendable su tratamiento de apuro en sesiones extraordinarias, sin posibilidad de convocar a juristas y representantes de organizaciones de la sociedad civil que tengan algo para decir”.
En efecto, y para decirlo más severamente, estamos ante un proyecto harto peligroso, que puede ser letal para la convivencia democrática que los argentinos hemos construido en estos años.
Este proyecto de ley antiterrorista se vincula tanto con las inversiones como indirectamente al narcotráfico, y procura modificar el Código Penal en materia de “Prevención, Investigación y Sanción de Actividades Delictivas con Finalidad Terrorista”.
Consecuentemente, pretende incorporar al Código Penal penas durísimas para cualquier delito cometido con “la finalidad de generar terror en la población”, lo que denota un concepto tan abierto, amplio e impreciso que podría llegar a validar cualquier atropello estatal a casi cualquier conducta personal.
Además, condicionaría peligrosamente toda protesta social, dado que si se aprueba permitirá que cualquier gobierno trate y sancione con extrema dureza a quienes protesten o realicen movilizaciones en el futuro. Y peor aún, será el mismo Estado el que juzgue la intencionalidad de las personas que protesten.
Por lo tanto nos corresponde a nosotros, ciudadanos/as, advertir el altísimo riesgo que podría tener la aprobación de esta ley. De hecho, en la Comisión Provincial por la Memoria, de la que formo parte pero a la que no pretendo representar en esta nota, ya hay un alerta al respecto.
Y es que muchos/as ciudadanos/as pensamos que esta nueva legislación –de ser aprobada– no será otra cosa que una reforma penal que legitimará la criminalización de la protesta. Y eso será así porque el proyecto amplía las figuras penales aplicables, aumenta las penas y vincula la protesta cívica con una figura tan determinante y vaga como la de “terrorismo”.
No sólo eso. El proyecto generará nuevas y graves desproporciones en la escala penal, porque en caso de una conmoción pública reprimida por el Estado podrían aplicarse condenas mayores que las que corresponden a ciertos homicidas, o por caso, y nada menos, a policías que aplican torturas.
Frente a ello no se visualiza otra opción que la cerrada oposición a este proyecto. Es inadmisible que sea el Estado (o quienes lo conducen y administran) el que defina cuáles son las motivaciones o finalidades de las acciones de las personas. Desde luego que pueden y deben ser punibles los hechos criminales, e incluso los planes ya en ejecución, pero nunca, de ninguna manera el pensamiento, las intenciones o las ideas y mucho menos cuando no está claro quién y cómo las va a definir. Las ideas y las “intenciones” no pueden ser materia de acción estatal.
Conviene recordar la ley 17.401 de la dictadura de Onganía, que bajo el pretexto de reprimir al comunismo otorgaba a la SIDE el poder de calificar a personas o grupos de comunista, extremista o lo que fuese para condenar a cualquiera por su actividad política. ¿Quién garantizará que con esta ley en la mano, en el futuro, algún gobierno no pretenda definir ideologías, finalidades o intenciones supuestamente “terroristas”? ¿Quién va a decidir que tal o cual acción es “terrorista”?
Cualquier buen abogado, y sobre todo los penalistas, saben que las leyes penales deben ser precisas, herméticamente cerradas en su definición y no delegativas.
La esencia de este cuestionamiento, por lo tanto, se basa en que si bien los fundamentos del proyecto subrayan la intención de no lesionar derechos, con eso no alcanza. Y además, el articulado de la ley es ambiguo. En él, hasta donde lo conocemos, se abren espacios indefinidos para la libre interpretación. Y los argentinos ya tenemos una muy gorda experiencia en esto de que se interpreten los “antecedentes” y las “intenciones” para desatar formas de persecución, sutiles y de las otras. Y no sólo durante dictaduras.
Por lo tanto, el debate legislativo que se viene –si realmente se produce, y esperemos que no– deberá ser gobernado por la preservación más absoluta de la defensa de los derechos humanos.
Y si es cierto, como sugiere el colega Verbitsky, que esta legislación es producto de exigencias o presiones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), para así calificar a la Argentina como destino seguro para inversiones externas, entonces la cosa es más grave aún.
Primero, porque debe rechazarse toda propuesta o reclamo de organismos internacionales que vulnere derechos fundamentales. Y después, porque de este modo los movimientos sociales, que en nuestro país son variadísimos, podrían empezar a ser vinculados con delitos de financiamiento al terrorismo, e incluso las protestas pasarían a ser consideradas acciones terroristas.
Mejor no imaginar lo que sería este país si ello sucediese. Por eso, nada mejor harían nuestros legisladores que archivar este proyecto.

Mempo Giardinelli


jueves, 15 de diciembre de 2011

Ponerle nombre y apellido a la profundización -Propuestas del PCA-

Como venimos analizando, a partir del histórico resultado electoral, y del apoyo popular que este implica para gobierno, estamos frente a una oportunidad inigualable para profundizar las reformas estructurales necesarias.
Con la derecha política derrotada estrepitosamente, sectores del poder económico-financiero han iniciado una etapa que, buscando instalar incertidumbre sobre la cotización del dólar, intenta desviar el debate y poner freno a los avances que puedan lograrse para ganar un tiempo precioso en su intento de recomposición. 

    





Afrontamos un año clave en la consolidación de lo alcanzado, existen óptimas condiciones para avanzar en la tan mentada profundización, pero para eso debemos tener en claro en qué consiste, poniéndole nombre y apellido a las políticas que implicarían un verdadero avance.
Ese es el desafío que debe enfrentar el gobierno y a su éxito queremos aportar los comunistas, para lo cual debemos insistir con propuestas como las que presentamos en el Castelar II. Entendemos éstas como pasos fundamentales en la profundización de las reformas estructurales necesarias, lo cual requiere un plan de acción que se articule con base en los siguientes ejes: la integración latinoamericana, la distribución de la riqueza y la reforma impositiva, la recuperación del patrimonio nacional, la transformación del sistema financiero en servicio público, el desarrollo rural sustentable, la promoción de la economía social y la ampliación de los espacios  democráticos.
-Integración latinoamericana en el plano económico-político.
Mediante el Mercosur, de la Unasur, del Grupo de Río, la Celac, de la puesta en marcha del Banco del Sur, de una asociación con  el Alba y el Tratado de Comercio de los Pueblos y de la creación y fortalecimiento de toda clase de mecanismos de integración que tiendan a unificar económicamente toda la región con articulaciones laborales, productivas y de cooperación científica desarrolladas en cada país, podríamos atemperar y aun superar los efectos de la crisis capitalista mundial.
-Distribución de la riqueza y reforma impositiva.
Esto implica el aumento de los salarios, las jubilaciones y pensiones para todos; con una verdadera reforma impositiva que, afectando las grandes fortunas y las ganancias extraordinarias, haga realidad el principio de progresividad (no puede ser que el IVA continúe siendo la principal fuente de recaudación mientras existen grandes riquezas y ganancias que se mantienen exentas de tributar), con la creación de instrumentos estatales que permitan orientar y controlar el comercio exterior e interno de granos, carnes y energía, de modo tal que la renta de la tierra y el subsuelo no sea objeto de la especulación financiera y factor de poder de los grupos económicos, sino que sirva para promover el bienestar popular, la igualdad, la justicia y la soberanía nacional construyendo un modelo de producción que parta de satisfacer las necesidades populares con un fuerte mercado interno.
-Recuperación de la plena soberanía del Estado sobre el patrimonio nacional enajenado y  nuestros recursos naturales.
Con esto lograríamos poner a disposición de un desarrollo nacional armónico, y disfrutable por todo el pueblo, la renta de la cual hoy se apropian en su mayoría monopolios extranjeros que trasladan sus grandes ganancias a las metrópolis del norte. El petróleo, el gas, la minería, los recursos naturales en su conjunto, las empresas de servicios públicos malvendidas en los 90, deben volver a estar al servicio de la sociedad y no del afán de lucro y de las especulaciones de compañías trasnacionales que hoy ganan entre tres y cuatro veces más de lo ganaban en los 90, según lo admitió la misma presidenta.
-Transformar el sistema financiero.
Es necesario impulsar decididamente el proyecto presentado por el diputado de Nuevo Encuentro Carlos Heller para dejar atrás la Ley de Entidades Financieras vigente desde la última dictadura militar. Entendemos que la actividad financiera es un servicio público orientado a satisfacer las necesidades transaccionales, de ahorro y crédito de todos los habitantes de la Nación, y contribuir a su desarrollo económico y social.
-Desarrollo rural.
El desarrollo rural, basado en el debate parlamentario y la aprobación de un paquete de leyes imprescindibles, como la ley contra los desalojos rurales, la ley contra las fumigaciones (periurbanas, periescuelas rurales, sobre espejos de agua, etcétera), la ley contra la extranjerización de la tierra y nacionalización de las ya extranjerizadas, la creación de organismos de control e intervención estatal, como JNG y JNC, la reglamentación del uso y tenencia de la tierra, los planes de desarrollo sustentable, orientados hacia el cambio progresivo y gradual del modelo productivo hegemónico, mediante una ley de desarrollo agrario nacional. Todo esto manteniendo firme la convicción sobre la necesidad de llevar adelante una profunda reforma agraria.
-Promoción de la economía social.
Resulta fundamental en todo proyecto transformador dar un fuerte impulso a la expansión del mercado interno popular por medio de una verdadera redistribución de ingresos hacia abajo y un decidido apoyo a las empresas populares como cooperativas, fábricas y empresas recuperadas, emprendimientos familiares y una fuerte promoción de las pymes.
-Ampliación de los espacios democráticos
Debemos sumar la voluntad política necesaria para aprobar leyes que hagan ejecutables los Convenios sobre Desaparición Forzada de Personas y de Prevención del Genocidio (aprobado en 1948) y establecer una estrategia estatal unificada que permita acelerar los juicios, unificarlos y apuntarlos hacia el poder real que sostuvo y se benefició del Genocidio.
Sostener firmemente la actividad de la Liga por los Derechos del Hombre y del Partido como querellante en los juicios.
Voluntad política para modificar integralmente el Código Penal y terminar con una cultura represora que es la que sostiene el ánimo asesino de las distintas fuerzas de seguridad y los miles de efectivos irregulares que revistan en las agencias privadas de seguridad regenteadas (y así lo exige la ley) por ex militares.  Hay que limpiar de mafiosos y asesinos las fuerzas de seguridad y cortar los lazos que las unen peligrosamente (porque así empezó la Triple A en los setenta) con los grupos de choque de la CGT, las barras bravas del fútbol y hasta los miles de patovica que cuidan lugares nocturnos y countries.
Voluntad política para modificar estructuralmente el sistema de partidos exactamente en la dirección opuesta a la que apuesta la Ley de Partidos Políticos que aprobaron radicales y PJ: se trata de ampliar y facilitar la representación popular, de incluir nuevos mecanismos de consulta como el plebiscito, abrir los presupuestos del Estado y de todas las instituciones estatales al protagonismo de los trabajadores y los usuarios, para lo cual nos podemos inspirar en aquel solitario gesto democratizador de la Reforma Universitaria de 1918, tantas veces traicionado, que proponía la participación de los interesados en el gobierno de la cosa pública.
Voluntad política para que se derogue la Ley Antiterrorista, la cual en estos momentos cuenta con un nuevo proyecto de ley, presentado por el gobierno buscando “perfeccionarla” y sostenido en acuerdo con los intereses de los EE.UU. como quedó de manifiesto en la última reunión de la presidenta con Obama.
Entendemos que es importante trabajar decididamente en impulsar estas medidas y orientaciones, no podemos dejarnos influenciar por los discursos que minimizan la repercusión de la crisis en América Latina.
Será saludable moverse con el supuesto de que la crisis afectará, y que el clima que se instalará es el de una fuerte puja distributiva.
Ante esta puja distributiva en ciernes, resulta imprescindible que impulsemos una fuerte acción de defensa del salario y del 82 por ciento móvil para los jubilados como formas básicas de impulsar el mercado interno.
Para esto habrá que potenciar el impulso a movimientos amplios y con capacidad de acción contra los tarifazos que asoman en el horizonte y recuperar banderas tales como el boleto obrero-estudiantil, entre otras, colaborando en la organización de amplios movimientos que den respuestas a toda las situación que intente recargar los efectos de la crisis sobre los trabajadores y el pueblo.
No debemos perder de vista la posibilidad de cambios bruscos en el próximo periodo, si se instala un clima de puja distributiva puede haber grandes convulsiones, debemos prever esto y seguir atentamente las controversias que se instalan en el gobierno sobre los pasos a seguir.
Hemos analizado cómo la crisis marca el techo de los procesos en la región, por eso es fundamental que el movimiento popular sostenga y eleve los pisos como manera de perforar esos techos. No podemos hacer política desde una actitud meramente expectante sobre lo que hará o dejará de hacer el gobierno, tenemos que tener iniciativas políticas para elevar los pisos y presionar al gobierno para que radicalice su accionar.

Propuesta de tareas a desarrollar para avanzar en la recomposición orgánica del Partido. Fortalecimiento partidario y construcción de poder popular
Los comunistas defendemos la vigencia del marxismo en una clave que ya es clásica dentro del PCA. Como Partido hemos entendido que la caída del socialismo real produjo el descrédito de la idea del socialismo y una baja en la adhesión al marxismo en los primeros momentos. Pero no nos rendimos, seguimos luchando, tuvimos que resistir y defender nuestras ideas y lo hicimos apoyándonos en Marx sin dogmatismos, desarrollando permanentemente su pensamiento, que es crítico, creador y revolucionario.
Nosotros hemos planteado una concepción amplia de la clase obrera, no se podía seguir con la concepción binaria de burgueses y obreros, y hace ya muchos años apuntamos a mirar y complejizar el problema del sujeto social. Nos animamos a complejizar la concepción de clase incorporando las problemáticas de género, orientaciones sexuales, pueblos originarios y otras, con mucha audacia en este sentido. Esto lo hicimos en momentos en que al capitalismo se lo consideraba omnipotente, incluso en nuestras propias filas.
Hoy frente al inusitado desarrollo de la crisis capitalista de sus potencialidades negativas, ante este capitalismo que se propone globalizar los sufrimientos, se ha legitimado el debate sobre una sociedad más humana, una sociedad poscapitalista, y esta sociedad es el socialismo enriquecido por las experiencias del siglo 20, tanto de las positivas como de los errores cometidos. Se legitima cada vez más la necesidad de una alternativa social al capitalismo, y eso nos exige convencernos de que es posible y necesario ser marxistas, ser más marxistas que nunca. Usando nuestra inteligencia para remarcar la necesidad de abordar los desafíos de la época con un marxismo renovado y en permanente recreación. En este sentido hemos realizado este año varias tareas que apuntan a la puesta a punto de la organización partidaria.
En cada una de estas tareas hemos corroborado que nuestro Partido cuenta con una importante capacidad de iniciativa y convocatoria desde la cual poder generar la masa crítica necesaria para aportar decisivamente en la construcción de poder popular. Como resultado de este trabajo, hemos logrado en el último periodo electoral, del que hemos participado activamente, una concejalía en la ciudad de Cinco Saltos, en Río Negro, otra en Villa Constitución, en Santa Fe, y un lugar en la Cámara de Diputados de la provincia de Corrientes.
También debemos consignar el éxito obtenido en la campaña de afiliación con la cual hicimos frente a las disposiciones proscriptivas de la nueva Ley de Partidos Políticos obteniendo veinte mil nuevas afiliaciones en todo el país. En la organización de los festejos por los 90 años de la Fede, su crecimiento y los avances logrados por la juventud en los ámbitos educativos y gremiales. En el Encuentro de Mujeres Comunistas que hoy tiene continuidad en la organización de talleres y otras actividades. En la organización de las Jornadas en Homenaje a Héctor P. Agosti, donde contamos con la presencia de compañeros de Cuba, Uruguay y Chile. En el Congreso de la Conat, la puesta en marcha del periódico de la Agustín Tosco, en la continuidad del trabajo del MTL que acaba de cumplir diez años, en el trabajo del MCL, en nuestra actividad en la CTA y, en los últimos días, en el encuentro de Mar del Plata para celebrar el sexto aniversario del entierro del Alca. Es importante destacar también la actividad Empresas y Terrorismo de Estado en las cuales la Liga por los Derechos del Hombre jugó un papel fundamental, poniendo en el centro del debate la vinculación entre el poder económico, la Triple A y la dictadura, poniendo en evidencia a quienes la financiaron y a la vez se beneficiaron con ella. Este tema nos aporta un eje fundamental de intervención para nuestra actividad cotidiana con vistas al próximo 24 de marzo.
Estos son sólo algunos ejemplos de la potencialidad de nuestro trabajo y de la necesidad de articular las tareas que miles de compañeras y compañeros llevan adelante a lo largo y a lo ancho del país como motor del crecimiento y fortalecimiento partidario, factor esencial para concretar la construcción de una verdadera alternativa política que se plantee la necesidad de una sociedad poscapitalista. El crecimiento del Partido y en particular de la Fede en el presente año nos va marcando el camino a seguir. Por eso, uno de los temas centrales que tenemos que abordar es el del fortalecimiento de nuestra estructura partidaria y la recomposición orgánica del Partido potenciando la capacidad de iniciativa política y acumulación de fuerzas que hemos estado desplegando.
Para esto, insistimos, es fundamental avanzar decididamente en revertir el proceso de desarticulación y fragmentación que muchas veces afectan al conjunto de actividades que se llevan adelante en los distintos ámbitos en que actúa el Partido. El conjunto de estas actividades deben ser entendidas como una unidad dialéctica donde organización, funcionamiento, propaganda, elaboración de ideas y formación, son elementos indivisibles en un proceso de crecimiento orgánico del Partido que debe prestar especial atención a la incorporación plena y contención de los nuevos afiliados.
En este sentido, debemos superar un funcionamiento político que muchas veces se encuentra sesgado por la presión que ejerce la coyuntura, sobre todo en años electorales,  y que limita los espacios de reflexión y elaboración política desde una concepción más general y estructural de los aspectos organizativos e ideológicos del Partido.
La coyuntura no puede ser la que determine el accionar del Partido e imponer limitaciones y ritmos espasmódicos a nuestra construcción política e ideológica. El análisis de la coyuntura nos debe proporcionar un anclaje en la realidad socio-histórica, una visión de las condiciones objetivas sobre las que debemos operar para hacer crecer y consolidar nuestra propuesta.
Es en esta perspectiva que se debe valorizar la importancia de la constitución de la mesa nacional del Nuevo Encuentro. La transmisión de los acuerdos alcanzados a todos los regionales y su implementación deberán poner en correspondencia esta importante etapa frentista en la construcción de la alternativa política de poder popular,  impulsando la imprescindible radicalización de los procesos actuales, haciendo explícita nuestra voluntad de encaminarlos en una perspectiva revolucionaria, socialista y de liberación nacional, para lo cual entendemos que el crecimiento y fortalecimiento de nuestro Partido es un dato esencial.
Tenemos por delante el desafío de poner a tono al Partido para que pueda ser protagonista de un frente que impulse efectivamente la radicalización de los cambios estructurales. Un frente que cuente con la iniciativa política necesaria para no reaccionar críticamente ante el hecho consumado del anuncio de medidas que afecten los intereses populares, sino que tenga la capacidad de movilizarse y operar ante la posibilidad de estos, por ejemplo, un posible aumento de tarifas ante la quita de los subsidios, para que no lleguen a concretarse y se reafirme el camino de transformación.
Esta labor incluye una fuerte voluntad política en la formación de cuadros que puedan llevar adelante esta tarea.
Para esto contamos con una importante experiencia acumulada en nuestra Escuela Nacional de Cuadros “Alberto Caffaratti” y en nuestro equipo de educación, la que resultará fundamental en la conformación de un Centro de Estudios y Formación que complemente la formación de cuadros con espacios amplios y abiertos que convoquen además a sectores extrapartidarios combinando formación con difusión de nuestras ideas.
Esto resulta de suma importancia en un momento en que, sobre todo a partir del 54 por ciento obtenido en la última elección, asistimos a fuertes intentos de recreación de una cultura peronista desde sectores del kirchnerismo que combina contenidos valiosos de la cultura nacional y popular con un marcado sectarismo en la lectura del país, por lo cual son sectores con los cuales, más allá de compartir ciertas orientaciones que deben ser defendidas, tenemos que dar también la lucha ideológica, la batalla de ideas.
Algunos de los temas centrales donde se dirimirá esta batalla de ideas son:
La caracterización de la crisis capitalista y del capitalismo en la Argentina, la mirada regional sobre los procesos en curso en América Latina, la profundización en la defensa de los derechos humanos entendiéndolos integralmente, la lucha contra la desigualdad social, la protección del medio ambiente, el rescate y valoración de la cultura comunista y su influencia en el campo popular.
Para esto contamos en este momento con herramientas como:
El semanario Nuestra Propuesta, el periódico de la Conat, Cuadernos Marxistas, los libros y folletos de las editoriales Cartago y El Folleto. Debemos perfeccionar nuestra presencia en las páginas Web y las  redes sociales y fomentar la realización de actos políticos en todo el país y el uso intensivo de los locales partidarios.
Resulta de suma importancia fortalecer nuestro trabajo de propaganda, formación y organización para lo cual proponemos concentrarnos en:
Determinar los responsables de prensa en aquellos lugares donde el espacio esté vacante.
Fortalecer el área electrónica.
Fortalecer los proyectos editoriales.
Impulsar el Centro de Estudios y Formación.
Concentrar esfuerzos en el trabajo con los nuevos afiliados.
Continuar el trabajo con Cuadernos Marxistas como instrumento de divulgación y acción política. Trabajar en el mismo sentido con el periódico de la Conat.
Continuar con el trabajo de obtención de las legalidades partidarias proponiéndonos para el 2012 obtener la legalidad del Partido Comunista en por lo menos diez distritos más de los que tenemos al momento y duplicar los distritos en los cuales contamos con legalidades nacionales.
Avanzar en el proceso de convocatoria de la Conferencia Nacional de Organización para abril de 2012, como espacio en el cual promover, potenciar y lograr acuerdos  sobre el crecimiento y la reestructuración orgánica del Partido en pos de su mejor articulación y su mayor eficiencia en la construcción de poder popular.

Crisis del capitalismo y el rol de los comunistas

Hemos analizado cómo la crisis marca el techo de los procesos en la región, por eso es fundamental que el movimiento popular sostenga y eleve los pisos como manera de perforar esos techos”, dice Patricio Echegaray, secretario general del PC, en el informe presentado y aprobado por el Comité Central el 17 y 18 de noviembre de 2011. “No podemos hacer política desde una actitud meramente expectante sobre lo que hará o dejará de hacer el gobierno; hay que tener iniciativas políticas para elevar los pisos y presionar al gobierno para que radicalice su accionar”, agrega en el informe que publicamos completo.

La profundización de la crisis capitalista

El actual desarrollo de la crisis capitalista mundial, que produjo en los últimos días la caída del primer ministro griego y la renuncia de Silvio Berlusconi en Italia, sin que ninguna de las dos dimisiones signifique un cambio en las políticas de ajuste, sino por el contrario, su profundización, nos obliga a perfeccionar día a día el análisis de aquella realizando un seguimiento lo más detallado posible de los cambios que se producen a un ritmo cada vez más veloz.
Los planes de ajuste implementados en Europa, que expresan la impotencia del sistema para salir de la crisis, el prolongado estancamiento de la economía japonesa, las rebeliones en los pueblos árabes, la posibilidad de default que enfrentó EE.UU., convertido hoy en el mayor deudor del mundo, y los grupos de “indignados” que se han extendido desde Madrid hasta el propio corazón de Wall Street son una clara muestra de esto.
Desde que se desató la crisis en el 2008, fuimos analizando y caracterizando sus etapas tanto en los documentos Castelar I y II, en artículos de Nuestra Propuesta, de Cuadernos Marxistas, en las reuniones del Comité Central, la Comisión Política y en otras instancias de la orgánica partidaria.
Hemos realizado un importante seguimiento del desarrollo de la crisis y constatamos como quedó fuera de circulación la idea de que el capitalismo estaba inmunizado ante las crisis, contando con una capacidad casi infinita para sortearlas. Esta fue una idea que no dejo de tener su influencia en nuestro Partido y en la izquierda en general, provocando desaliento y atentando contra nuestra capacidad de intervención.
En estos meses también vimos quedar atrás las posiciones esgrimidas por los líderes mundiales en sus cumbres, donde se esforzaban por plantear que, en verdad, la crisis no era del capitalismo como sistema, sino que se trataba de políticas irresponsables de algunos países, de tornillos flojos que se podían reparar y que, por lo tanto, todo tenía solución, no sencilla pero posible en un lapso relativamente breve.
Esta concepción, hija directa del pensamiento neoliberal, operó como justificación de esos Estados para inyectar enormes sumas de dinero en los bancos e instituciones financieras, intentando tapar los grandes desfalcos producidos por éstos.
Estas políticas fracasaron junto a las promesas de pronta recuperación que llegaban desde los centros capitalistas, principalmente desde los EE.UU., donde ante el menor indicio de mejora anunciaban que allí empezaba la reversión de la crisis.
De estos anuncios optimistas se hicieron eco los gurúes económicos de nuestro país, dejando en claro que son meros portavoces del poder financiero, evitando analizar la situación en su conjunto y sin tener en cuenta, por ejemplo, el aumento de la desocupación en los países centrales, dato central para medir las perspectivas de la economía en esos países. Hemos visto en los periódicos que EE.UU. está superando el nueve por ciento de desocupación, dato muy serio que jugará un importante papel en un posible próximo periodo de recesión con inflación.
Hoy podemos decir que ya estamos inmersos en la segunda etapa de la crisis, el centro del mundo se debate en un caos económico y financiero con proyecciones a lo social, a lo militar, a lo energético, a lo alimentario y lo ecológico. Así como la primera etapa de la crisis se caracterizó por el estallido de las deudas privadas, esta segunda etapa se caracteriza por el estallido de las deudas públicas.
“Quedó fuera de circulación la idea de que el capitalismo está inmunizado ante las crisis, contando con una capacidad casi infinita para sortearlas. Esta fue una idea que no dejó de tener su influencia en nuestro Partido y en la izquierda en general.”
Valga como ejemplo de esto consignar que en los EE.UU. se están destinando 200 millones de toneladas de maíz para la producción de etanol, que en Africa, el continente más castigado por el hambre, crecen las plantaciones de palmera africana para obtener aceites pasibles de ser transformados en combustible.
Lo mismo pasa en Colombia, donde los planes “pacificadores” del presidente  Santos proponen que, en las zonas abandonadas por los campesinos bajo la presión paramilitar, se planten cinco millones de hectáreas de palmera africana. Todo esto es de una peligrosidad gigantesca y va en consonancia con la sistemática política del Estado colombiano de horadar toda posibilidad de solución política al conflicto en Colombia. La persecución y asesinato de Alfonso Cano, a quien hemos homenajeado en este Comité Central, no deja margen para la duda. Como en su momento Reyes, ahora Cano es asesinado en momentos en que se estaban preparando pasos políticos que aportarían a la mesa de paz negociada y justa que es la única salida posible en Colombia.
En el mismo sentido se ubica la intervención militar en Libia y el asesinato de Khadafy, otro ejemplo de esta barbarie que, invocando objetivos humanitarios, arrasa países, persigue y asesina a los líderes molestos a los intereses imperiales, y podemos consignar dentro de esta lógica la negativa de los EE.UU. a aceptar el reconocimiento de Palestina como Estado independiente, status propiciado por la inmensa mayoría de los países del mundo.
La tendencia del imperio a aumentar su agresividad a la vez que se agrava su crisis se verifica también en la nueva ola de amenazas a Siria e Irán.
En el marco de la crisis debemos seguir con atención la situación de Japón, que aparte de las catástrofes  ecológicas, está decreciendo al ritmo del tres por ciento. Hay que estar muy prevenidos con Europa, hasta ahora habían puesto la mira en Grecia, Portugal, España e Islandia, pero la crisis en Italia y las protestas en Inglaterra demuestran qué lejos estamos de que encuentren una solución y que la tendencia sigue siendo a la profundización de la crisis. También debemos prestar atención a lo que suceda en Alemania y Francia.
La crisis se profundiza y afecta el corazón mismo del sistema, los EE.UU.
Quién podía imaginar que, la mayor potencia del mundo, sufriría los embates de las calificadoras de riesgo y enfrentaría la posibilidad de declarar el default.
“Debemos tomar conciencia que está entrando en caída acelerada el sesenta por ciento de la economía mundial, la cual ha entrado en una etapa de crecimientos anémicos, estancamientos y recesiones, parámetros que confeccionan la radiografía del capitalismo actual.”
El pedido de Obama para que el Congreso autorice un incremento en el techo de endeudamiento que alcance el 120 por ciento del PBI, (PBI que es casi de catorce billones de dólares) fue sometido por los republicanos a un proceso de condicionamiento terrible que ha llevado al ministro de Economía a declarar que la vida de la gente va a ser “dramática en el futuro cercano”.

Siguiendo las recetas habituales, los ajustes se enfocan sobre los sectores más débiles, se busca defender a toda costa que los ricos no paguen más y se recarga la crisis en los más débiles.

Esto hay que seguirlo con mucha atención, ya que una situación como esta ni siquiera se ha vivido en la crisis de los años 30.
Debemos tomar conciencia que está entrando en caída acelerada el sesenta por ciento de la economía mundial, la cual ha entrado en una etapa de crecimientos anémicos, estancamientos y recesiones, parámetros que confeccionan la radiografía del capitalismo actual.
Esto no se da uniformemente, los países centrales están a la vanguardia del proceso de crisis, mientras las áreas periféricas aún se expanden a ritmos elevados, alimentando  ilusiones acerca de los nuevos capitalismos emergentes salvadores del sistema. Más temprano que tarde estas ilusiones corren el riesgo de seguir la misma suerte que sus hermanas mayores, aquellas que en los años 90 nos abrumaron con la supuestamente irreversible victoria del capitalismo liberal bajo la hegemonía se los Estados Unidos.
Enfrentamos una lógica perversa impulsada por las grandes potencias ahogadas por sus deudas, lo que traerá fuertes contracciones en el comercio internacional que inevitablemente frenarán y harán retroceder el impulso exportador del que hoy disfrutan las economías periféricas, entre ellas la nuestra.
Los gobiernos que en estos países confían en que buena parte de sus exportaciones ya no se dirige hacia los países ricos sino hacia otros países emergentes como India y China y en buena parte Brasil que, aunque sostiene su crecimiento, puede estar condicionado por sus exportaciones a sus clientes norteamericanos, japoneses y europeos.
Sumemos a esto que la maraña financiera global, que atrapa a las naciones sean estas centrales o periféricas, anida y se desarrolla en las economías hiperdesarrolladas, condicionando al resto del mundo.
La economía China está intoxicada de dólares, títulos del Tesoro de los Estados Unidos y otros papeles de alto riesgo producto tanto de sus éxitos comerciales como de las inversiones extranjeras productivas y especulativas de chinos en el exterior, asiáticos en general, europeos y norteamericanos
Frente a esto cabe preguntarse: ¿Habrá derrumbe espontaneo del capitalismo?
Evidentemente derrumbe per se no habrá, si no hay alternativas, si no se avanza en la construcción de poder popular, el capitalismo no se derrumbará naturalmente y podemos enfrentar un largo y peligroso periodo de agonía y caos capitalista.
España demostró que solamente con los indignados no se resuelve, que son un síntoma, pero sólo con protestas y manifestaciones no se resuelve.
Hay que tener fuerzas alternativas muy preparadas y muy liberadas de ese temor reverencial a superar los límites del capitalismo, del temor y las heridas morales que produjo la caída del Este y muy resueltas a producir avances en un sentido anticapitalista estructural, en una dirección socialista.
No va a haber derrumbe, pero si habrá un desorden terrible y, por lo tanto, como venimos diciendo, tenemos la posibilidad de aprovechar esto desde las izquierdas y llevar adelante una coordinación ideológica, política y organizativa que nos acerque cada vez más a un momento de tonificación de la propuesta anticapitalista en el mundo, cosa de la que todavía estamos bastante lejos.
Tenemos que jugar un papel en ese sentido. Ya pocos dudan de que se enfrenta un largo periodo de crisis sistémica y ajuste, los mismos líderes del sistema, como la canciller alemana Angela Merkel han anunciado públicamente que se extenderá al menos por diez años.
No hay modo de que la crisis no comience a proyectarse del centro a la periferia y el desafío pasa por la manera de enfrentarla. Tenemos que estar alertas ante este cambio en la dinámica de la crisis y sobre la repercusión que puede tener sobre Argentina y el conjunto de la región.
A partir de estos análisis, y conscientes de la necesidad de articular políticas regionales, fortalecimos este año nuestra tarea internacionalista revitalizando la relación con Partidos hermanos de la región y del mundo.
Hemos participado en congresos del Partido Comunista de Venezuela, del PT en Brasil, del Partido Comunista de los Italianos, del Partido Comunista Paraguayo, en el 91° aniversario del Partido Comunista del Uruguay, en reuniones del Grupo de Trabajo del Foro de Sao Paulo en Caracas, Brasilia y Managua, en la reunión de la Oclae en Montevideo, del Consejo Mundial de la Fmjd en Portugal y del Encuentro Sindical Nuestra América en Managua, entre otras actividades.
Seguimos sosteniendo nuestro compromiso en la solidaridad con Cuba y la campaña por la liberación de los Cinco héroes cubanos detenidos en EE.UU. Hemos actuado conjuntamente con el Mopassol en campañas contra los ataques imperialistas sobre Libia, apoyando la lucha por el reconocimiento de Palestina como Estado independiente y denunciando la militarización y los planes desestabilizadores que lleva adelante el imperio en la región.
Participamos del Encuentro Haciendo la Paz en Colombia realizado en nuestro país y repudiamos los ataques llevados adelante por las fuerzas armadas del Estado Colombiano, con el apoyo de los EE.UU., contra territorios ocupados por la Farc y el asesinato selectivo de sus dirigentes.
Hemos participado en el Encuentro de Mar del Plata por el sexto aniversario del entierro del Alca, nos disponemos a formar parte activamente del Foro Antimperialista allí convocado para que gobiernos, organizaciones políticas y movimientos sociales se reúnan todos los años a debatir e intercambiar experiencias.
Continuamos con nuestra activa participación en el Foro de Sao Paulo y nos preparamos para participar de la reunión del Taller de Metodología en Formación Política del Foro de Sao Paulo en Brasilia y de la reunión de Partidos Comunistas que tendrá lugar en Grecia, donde llevaremos la sugerencia de que se amplíe la participación en este espacio a todos lo partidos revolucionarios, no sólo a los que se llaman comunistas, y propiciaremos la conformación de Foros regionales para debatir y acordar pasos hacia la construcción de alternativas revolucionarias.
América Latina frente a la crisis
Ante la profundización de la crisis es necesario analizar las implicancias que ésta puede tener para América Latina y para nuestro país, donde desde el gobierno se enarbola un discurso que dice: “miren a los que nos pretenden dar lecciones, se hunden mientras nosotros florecemos”, es un discurso frente al que hay que tomar recaudos, incluso ante las versiones más moderadas del mismo, ya que representa un enfoque que puede resultar peligroso.
Es importante mantener un atento seguimiento de la situación latinoamericana.
En ese sentido, siempre hemos valorado el proceso de segunda independencia que comenzó con la Revolución Cubana y que, a principios del siglo 21, se extendió con una serie de gobiernos progresistas surgidos de la crisis del neoliberalismo y que trataron de romper con el Consenso de Washington determinando que América Latina pasara de ser patio trasero a ser una zona de erosión del poder norteamericano.
En EE.UU. perciben el problema y entendieron que en el gobierno de George W. Bush se aligeró imprudentemente la atención sobre América Latina, por lo cual la administración Obama lleva adelante un recrudecimiento del manto de agresión y amenaza militar en la región (4ª Flota, bases, continuidad del Plan Colombia), pero también impulsan maniobras políticas como el fomento a las derechas opositoras, el hostigamiento a los gobiernos progresistas, golpes de Estado exitosos como en Honduras o fracasados como en Venezuela, Ecuador y Bolivia, en el fracaso de estos dos últimos, jugó un importante papel la Unasur y el impulso de una nueva alianza llamada Alianza Igualitaria que tiende a resucitar la Alianza para el Progreso y que avanzó en la construcción del cinturón del Pacifico.
En estos días hemos celebrado el sexto aniversario de esa histórica jornada antimperialista donde enterramos el Alca en Mar del Plata, pero no podemos olvidar que  ante esta derrota han ido construyendo TLC bilaterales en varios países como manera de recomponer su situación. Desde ahí intentan complicar el proceso latinoamericano país por país, pero también los procesos de integración. Atacan el Alba, la Unasur, el Mercosur  y ven con suma preocupación la próxima constitución de la Celac, lo que será un extraordinario avance en la integración sudamericana y caribeña, sin la participación de EE.UU. y Canadá.
También está avanzando la creación del Banco del Sur y la posibilidad de contar con una moneda virtual común para el intercambio comercial. Todo esto llama la atención sobre la necesidad de trabajar más fuertemente con el conjunto del Partido, no solamente con espacios de áreas nacionales del Partido, sino trabajar con los regionales, a lo largo de la geografía del país, trabajar con los movimientos sociales, con los distintos movimientos de masas, profundizando la comprensión, la información y la valoración de los procesos de integración en latinoamérica,  no sólo como una integración política sino, en el marco de la crisis, como ámbitos de probable integración económica que actúen como espacios de mercados integrados que les permitan a nuestros países tener una vía de escape para manejarse en un terreno de crisis.
En este sentido, hacemos referencia a un párrafo del trabajo de Jorge Beinstein llamado El comienzo del invierno global que dice: “La inmensidad de la crisis financiera oculta una crisis mucho más profunda lo que podría llevarnos a conclusiones pesimistas, sin embargo una visión más amplia fundada en la experiencia histórica nos muestra que la grandes perturbaciones suelen desestructurar las formas culturales dominantes y sus prejuicios, la legitimidad de sus instrumentos de comunicación y control ideológico, lo que abre el espacio a la racionalidad, a la toma de conciencia del mundo real.
Mientras avanza la despolarización político-militar-económica (y en consecuencia ideológica) avanzan también los procesos de integración en la periferia, desde Unasur hasta la convergencia asiática en torno de la Organización de Cooperación de Shanghai y otros mecanismos regionales. Las rigideces doctrinarias que imponía la “ortodoxia” neoliberal (fachada de la financierización global) son hoy criticadas y desobedecidas no solo por académicos o movimientos sociales sino, incluso, por numerosos gobiernos de países periféricos que han logrado importantes márgenes de autonomía”
Aquí aparece claro que la integración y los mecanismos de la integración no actúan per se, sino que actúan en contradicción y en confrontación con los procesos de despolarización y de desarticulación estratégica que ha llevado a situaciones como la ocurrida en el norte de Africa, que en realidad es un proceso de desarticulación de un espacio geopolítico que funcionaba al servicio del imperio desde la pos Segunda Guerra Mundial. Esta visión activa de la integración nos debe llevar a dar un mayor peso y trascendencia a nuestro trabajo en su defensa y desarrollo.
El ataque de los EE.UU. a estos proceso de segunda independencia en la región lo vemos en el incremento de la presión sobre Cuba y la voluntad manifiesta de resolver por vía militar el conflicto en Colombia, podemos hablar de una verdadera estrategia integral de la administración Obama contra el presente latinoamericano y sus procesos de integración.
Si este proceso no es más violento y más agresivo en lo económico es porque la crisis y los problemas internos les reclaman atención muy seria, pero el plan lo tienen.
Más allá de estas amenazas, América Latina continúa produciendo hechos importantes en el camino de la emancipación, que alientan las esperanzas.
Veamos las luchas en Chile contra Piñera, la caída de su popularidad, el papel de los estudiantes y del Partido Comunista en este proceso que ni la represión salvaje ha podido amedrentar. El triunfo de Ollanta Humala en Perú por sobre Keiko Fujimori es un dato importante, independientemente de los balances que puedan realizar sobre los primeros cien días de gobierno de Ollanta, esto fue un golpe a la nueva derecha y es positivo.
América Latina mantiene tendencias muy profundas a continuar por este camino de rupturas con su situación anterior de patio trasero norteamericano y a proyectarse en un proceso sostenido hacia la segunda independencia.
El triunfo de Cristina Fernández debe incluirse en este plano e igual debemos decir del reciente y abrumador triunfo de Daniel Ortega.
Para sostener estas perspectivas, entendemos que conviene complejizar el análisis y, aquilatando un enfoque gramsciano, preservar todo el optimismo de nuestra voluntad, introduciendo algunos elementos de escepticismo para enriquecer nuestra inteligencia.
Los procesos progresistas, llamémoslos así para unificar el análisis sabiendo que son diferentes y tiene variantes muy importantes entre ellos, han sido eficaces para cerrar las crisis de gobernabilidad heredadas de los procesos neoliberales.
En lo económico-social, la situación resulta más matizada, son procesos que han aprovechado bastante bien la bonanza o el “viento de cola”, mezclándolo, en mayor o menor medida según los casos, con medidas keynesianas suaves, que marcan grandes diferencias con los periodos neoliberales, diferencias que son valoradas por sectores populares amplios, pero al no haber avanzado prácticamente en transformaciones estructurales más profundas, van a empezar dentro de no mucho tiempo a mostrar sus límites, sus techos y demostrarán, en definitiva, que si no se producen estos cambios profundos apoyados en la fuerza y la organización de los sectores populares, pueden ser reversibles.
El triunfo de Cristina y los desafíos futuros
El triunfo de proporciones históricas logrado por Cristina Fernández y la magra cosecha electoral alcanzada por los sectores de la derecha nostálgicos de las políticas que reinaron en el país de la mano del Consenso de Washington en la década del 90 resulta un dato sumamente alentador para quienes, manteniendo nuestra autonomía con respecto al gobierno, decidimos apoyar este proceso impulsando la profundización y radicalización de los cambios necesarios en la Argentina.
Sabemos muy bien que la necesaria autonomía política frente al gobierno bajo ningún punto de vista debe ser confundida con neutralidad, por lo cual desde el 2003 hemos apoyado aquellas medidas que se tomaron a favor de los sectores populares como las  políticas de derechos humanos, las políticas de integración regional que llevaron a dar ese gran paso de autonomía frente al imperio que significó la contracumbre de Mar del Plata donde se dejaron atrás las “relaciones carnales” y se enterró el Alca. Apoyamos también la Asignación Universal por Hijo, la reestatización de las afjp y de Aerolíneas, la ampliación de las jubilaciones, la vigencia de las paritarias y el matrimonio igualitario.
Teniendo en claro cuál es el enemigo principal, nos ubicamos correctamente en el conflicto con la burguesía agraria suscitado por la resolución 125, fuimos críticos de la teoría del “fin de ciclo” impulsada por los grandes monopolios informativos y en el 2009 construimos este acuerdo entre Nuevo Encuentro, el FPV y otros sectores que ha sido refrendado en las urnas.
Debemos valorar nuestro posicionamiento electoral que busca mantener abierto un espacio de profundización de los cambios articulando una política frentista con la necesidad de mantener la autonomía.
En ese sentido conformamos el Nuevo Encuentro, un espacio aún en formación, que debe dejar de ser un espacio principalmente parlamentario para transformarse en una fuerza política integral.
El NE tiene que avanzar en la definición de mecanismos de funcionamiento, dirección, procesamiento de las diferencias y, ante todo, de una definición programática que lo sitúe claramente en el terreno de la izquierda o el progresismo con una clara definición nacional, antimperialista, por la integración regional y por las transformaciones que garanticen una efectiva distribución de la riqueza, en camino a superar la inequidad manifiesta que impera en nuestra sociedad.
Es importante que NE cuente con un bloque parlamentario como uno de sus atributos, pero además debemos saber que, para avanzar en este proceso de transformación, debe afirmar una identidad de carácter frentista, articuladora de las distintas fuerzas que convergen en su seno, el EDE, el PC, el Psol, el SI, Octubres, los sectores socialistas, cada uno con su identidad que debe ser respetada.
Para avanzar en la construcción de una fuerza que aporte al proceso de transformación nacional, no resultan positivas las expresiones tendientes a reducir el debate a si se es una pata más en la mesa del cristinismo, comprometiendo la autonomía del espacio a esta discusión.
Por este camino, la lógica frentista que nos impulsa puede quedar subsumida en las internas del PJ, retaceando el aporte que NE puede hacer junto a los sectores más avanzados del peronismo -estén  o no estos encuadrados en la estructura partidaria- para la construcción de un frente de liberación nacional y social.
La defensa de la autonomía de este espacio no es una cuestión formal y no puede limitarse a los aspectos institucionales parlamentarios sino que tiene que manifestarse en claras formulaciones programáticas. Es un valor político que  nos permite interactuar con los sectores más avanzados del kirchnerismo y al mismo tiempo diferenciarnos del PJ y del gran peso de la derecha peronista, que domina los espacios de poder territorial tanto en varias gobernaciones como en distintos municipios.
La autonomía nos permite diferenciarnos también de aquellos sectores que, aunque se ubican dentro de los límites del kirchnerismo, son refractarios a las políticas del gobierno con las que tenemos nuestras mayores coincidencias. Valga como ejemplo el caso de la provincia de Buenos Aires, en la cual apoyamos a Cristina, pero confrontamos con Scioli y muchos intendentes.
Tenemos el desafío de transformar a Nuevo Encuentro en una verdadera fuerza política, con enfoques organizativos, reglas de juego y discutir qué espacio político debe ocupar, si es el de un centroizquierda moderado como pretenden algunos, o salimos a disputar el espacio de la izquierda que está vacante en la Argentina en un sentido profundo.
Entendemos que el espacio de la izquierda está vacante ya que, más allá de alguna peculiaridad coyuntural como la actual, sectores como el FIT han demostrado largamente que son incapaces de superar su sectarismo para representar a amplios sectores de la izquierda política y social. Por otro lado, el Frente Amplio Progresista, creado de apuro luego de los desacuerdos del PS con la UCR y de la debacle de Proyecto Sur, mal puede ocupar ese espacio cuando su candidato a presidente y referente mayor, Hermes Binner, propone que es necesario congelar precios y salarios por tres años como medida para frenar la inflación, en inteligencia absoluta con las políticas de la socialdemocracia a nivel internacional, que se ha convertido en promotora de los ajustes que impulsan los grandes bancos norteamericanos y europeos.
Pero también entendemos que hay que ocupar este espacio vacante ya que no coincidimos con aquellos que dicen alegremente que a la izquierda del kirchnerismo no hay ningún espacio de izquierda posible, por el contrario, entendemos que es un dato importante que exista una izquierda al interior del kirchnerismo y fuera de él.
De lo que se trata es de desarrollar una política de confluencia y acción en común para potenciar la construcción de un frente antimperialista, nacional y popular, tal como se pudo ver el 6 de noviembre pasado en Mar del Plata.
El espacio de la izquierda no podrá ser ocupado seriamente por sectores carentes de amplitud o por sectores que ante los efectos de la crisis recurren al viejo manual de la ortodoxia económica para anteponer los intereses estabilizadores de los sectores económicos dominantes por sobre la posibilidad cierta de avanzar en las reformas estructurales necesarias para garantizar el bienestar de los sectores populares.
Para los comunistas, que desde nuestra alianza en Nuevo Encuentro apoyamos la candidatura de la Presidenta, consideramos que este triunfo no debe ser aprovechado sólo para fortalecer la gobernabilidad y para avanzar en su hegemonía sobre el PJ, tomado nota que desde el punto de vista territorial, la presencia de dirigentes del PJ en general responde a sectores fuertemente vinculados a la derecha peronista.
Al mismo tiempo, entendemos que el triunfo debe ser utilizado como una oportunidad para avanzar en temas pendientes de mucha importancia.
No sabemos aún cuál será la verdadera resultante del discurso de la profundización, teniendo en cuenta las presiones que los sectores del imperio, los sectores de la gran burguesía trasnacional hacen sobre el gobierno y a partir de las presiones internas que los sectores de derecha efectuarán en su seno y de la influencia que puedan tener los discursos posibilistas.
Nosotros entendemos que es el momento, por ejemplo, de tomar algunas medidas enérgicas en la recuperación de los recursos petroleros y gasíferos que permitan elaborar un proyecto energético propio. Están dadas las condiciones para encarar el problema de la minería, el cual no solo debe ser tomado en cuenta por el factor ambiental y contaminante, sino también por el saqueo que esta actividad representa, por lo cual se impone una nueva ley de minería que impida este saqueo por parte de los grandes monopolios trasnacionales. Existen mejores condiciones para afrontar una drástica recuperación de los ferrocarriles, para impulsar una reforma financiera y una reforma tributaria que permitan seguir potenciando el salario, avanzar hacia el 82 por ciento móvil en las jubilaciones, terminar con el trabajo ilegal y recomponer el 50 y 50 en el reparto de la renta como base para seguir avanzando en la distribución y creando condiciones para revertir los problemas que aún golpean a los argentinos y a los sectores populares en particular en lo que hace a salud, educación, instalaciones sanitarias, el sesenta por ciento de los argentinos carece de cloacas, y el grave problema de la vivienda que, según los datos del último censo, cuenta con un déficit de tres millones de unidades.
Hoy existen mejores condiciones para impulsar estos cambios estructurales y a eso apuntamos los comunistas desde un partido que se ubica en las contradicciones de clase, observando que se puede emprender un camino de profundización de los cambios, como única manera de impedir los intentos restauradores de las derechas o una posible descomposición que puede afectar a lo que se da en llamar el proyecto nacional si no profundiza el camino que, en realidad, le otorgó la resonante victoria del 23 de octubre.
Sabemos que es imprescindible avanzar en los cambios estructurales del capitalismo argentino y que una parte de estos avances pueden hacerse por medio de reformas de tipo keynesiano que existen en el arsenal histórico del peronismo y que el gobierno debería utilizar sin ningún temor.
Advertimos al mismo tiempo que la capacidad de reformas de este capitalismo es absolutamente menor que la del capitalismo del primer gobierno de Perón, razón por la cual será fundamental un debate sobre la necesidad de agredir la estructura capitalista como tal y en rigor ubicar que la contradicción no es entre el anarco-capitalismo financiero y un capitalismo serio, sino entre el capitalismo realmente existente y un cambio de carácter estructural (revolucionario) en dirección al socialismo tal como se está planteando en otros procesos de la región.
Este es el desafío que se enfrenta después de este triunfo histórico de la Presidenta, profundización de los cambios estructurales o restauración sigue siendo la disyuntiva de la hora y lo peor que le puede pasar al gobierno, es dormirse en los laureles de la avalancha de votos que conquistó.

lunes, 17 de octubre de 2011

La actualidad de Ernesto Guevara

(A 44 años, el Che vive, como siempre. Por Patricio Echegaray, secretario general del PCA)
La crisis del capitalismo nos plantea la necesidad de impulsar en América Latina un proceso de legitimación y desarrollo de los debates que tienen que ver con el poscapitalismo. Y, por lo tanto, de la propuesta socialista y comunista como alternativa al desarrollo de caminos que permitan a la humanidad superar las contradicciones, cada vez más difíciles de salvar, que el capitalismo en su actual etapa nos presenta. Este desafío de carácter teórico militante exige a la izquierda rescatar las ideas de Marx, Lenin, Gramsci. Pero, sobre todo para los latinoamericanos, rescatar el pensamiento del Che Guevara. 

La astucia de la historia, de la que nos hablara Hegel con tanta elocuencia, se expresa por estos días a partir de la excepcional y gloriosa resurrección del marxismo como marco teórico para poder explicar la más que profunda crisis del capitalismo, aceptada ya como crisis sistémica y civilizatoria, que pone en evidencia el gran fracaso con que apunta a concluir este período, signado por la hegemonía omnímoda, incontrastable del capitalismo, después del derrumbe del así llamado socialismo real. Hegemonía que ha producido la más vigorosa concentración de riqueza jamás conocida y al mismo tiempo igual acumulación de males para la humanidad.


Esta crisis que puede asociarse, sino a una etapa luctuosa para el capitalismo, sí a un proceso de senectud, que lo coloca en un grado de extraordinaria impotencia frente a los problemas actuales de la humanidad y sobre todo a los problemas del futuro inmediato, al multiplicarse en pocos años la población mundial, nos plantea la necesidad de impulsar en nuestra América Latina un activo proceso de legitimación y desarrollo de los debates que tienen que ver con el poscapitalismo y, por lo tanto, de las propuestas socialistas y comunistas como alternativas probables para el desarrollo de caminos que permitan a la humanidad superar las contradicciones, cada vez más difíciles de salvar, que el capitalismo en su actual etapa nos presenta.


Este desafío de carácter teórico militante exige a todos los sectores de izquierda con responsabilidad afrontar con decisión el rescate del pensamiento de Marx, de Lenin, seguramente de Gramsci, pero sin duda, y sobre todo para los latinoamericanos, rescatar el pensamiento del Che Guevara desde su base, es decir, desde la propia exhortación para que, desechando toda indolencia teórica, ejerciéramos el método dialéctico de la crítica a las contradicciones de la realidad que nos tocara vivir.


Venimos de un período en que el pensamiento del Che fue, me refiero en este caso particularmente al PCA, valorado intensamente como contribución a la lucha por soportar a pie firme la ofensiva de la contrarrevolución conservadora y su discurso único encabezado por la teoría del fin de las ideologías, del socialismo, del marxismo, de las revoluciones, del fin de la historia.


A ese momento de cierto auge en el esfuerzo teórico, de estudio del pensamiento del Che Guevara en todo el continente, arrancando por Cuba con el proceso de rectificación de errores, y para nosotros con la continuidad de los análisis que se imaginaron en el 16º Congreso, le sucedió un proceso de cierta dejadez e indiferencia teórica de la izquierda revolucionaria, que correspondió a los años de auge del neoliberalismo, que no solo fueron de auge económico, sino también de ofensiva en el terreno ideológico cultural. Ese legado nefasto del neoliberalismo que perdura, genera grandes condiciones para el desarrollo de posiciones ideológicas reformistas, que de manera abierta o encubierta se apoderaron de sectores intelectuales, de la vida política, de la industria mediática y cultural, del sistema universitario y académico sin que, debemos reconocerlo, hayan encontrado suficiente respuesta de los marxistas críticos.


En este aniversario del Che, entendemos que debemos proponernos un rescate que nos ayude a hacer más sólida nuestra crítica en aspectos fundamentales, en primer lugar, profundizar el esclarecimiento respecto del carácter decididamente criminal y peligroso del imperialismo, que se corrobora día a día, ya sea desde el descubrimiento de evidencias que plantean al “11 S” como un montaje del imperio para justificar el lanzarse a nuevas agresiones y guerras contra los pueblos, con acciones tan terribles como las cárceles secretas, los vejámenes y torturas a prisioneros en Guantánamo y el horror de presentarnos la agresión a Libia como “bombardeos humanitarios”.


Es importante recordar en este terreno que el capitalismo en su nivel de desarrollo imperialista no sólo mata, tortura y utiliza gente para matar y torturar, sino que se vale de toda su potencia y sabiduría cultural para formar y construir un sistema de hegemonía basado en las ideas, en los consensos de las pautas del sistema, lo que nos obliga a una batalla de ideas para enfrentarlo y derrotarlo. Otro aspecto es la estricta vinculación que el Che planteaba para América Latina, de la lucha antimperialista y las revoluciones de liberación nacional a los cambios de estructura, es decir, a la marcha hacia el socialismo, superando las deformaciones etapistas que caracterizaron al pensamiento marxista en nuestros países durante un periodo extenso, lo que debilitó la perspectiva revolucionaria.


Sin duda, en este marco de la lucha por la revolución es necesario rescatar con fuerza el combate contra el Estado capitalista y por el poder del proletariado que replanteaba con fuerza el Che, siguiendo a Marx y Lenin y las enseñanzas de la propia Revolución Cubana. Y siempre en estrecha vinculación con el análisis sobre la necesidad de constituir el sujeto revolucionario, estudiando adecuadamente las condiciones en cada país sobre la base no sólo de la clase obrera, sino también de sus aliados de la ciudad y del campo. Un sujeto social que actúa como componente de las condiciones objetivas y factor principal de las condiciones subjetivas para concretar la revolución.


Y por supuesto, la idea del Che de que abolir las condiciones de explotación del hombre por el hombre y crear nuevas formas de relaciones de producción debía ir acompañado de un esfuerzo consistente por parte del sujeto colectivo del cambio para avanzar en dirección a un humanismo socialista, comunista, superador de la moral y la ética demagógica de la burguesía.


En los días que corren en la Argentina asistimos a una campaña que apunta a, ya no sólo comercializar al Che como atractivo turístico, sino que, y esto es lo más peligroso, a romper su profunda relación con el proceso cubano en lo que sería supuestamente un noble objetivo, que es argentinizarlo. Lo particular de esta situación es que el Che se hizo Che como protagonista de una revolución, que es la Cubana, por lo tanto, es bueno que moderemos nuestras ínfulas localistas y que mantengamos al Che como cubano argentino y argentino cubano, para preservarlo en su raíz de identidad que es la revolución.


Quizá no sea hoy lo fundamental, como en los 90, rescatar la vigencia del pensamiento revolucionario contra la intencionalidad capitalista de liquidar su memoria. Es probable que afrontemos ahora una discusión mucho más ardua y sofisticada, un fuerte debate entre reforma y revolución. Seguramente esto será así porque la crisis capitalista pone a nuestro continente y a sus procesos progresistas ante la evidencia de que transformaciones que no sean profundas y estructurales, aunque pueden ser valorables y totalmente defendibles, no son condición suficiente para impedir que en un proceso de agresión imperialista contra los cambios en curso estos puedan revertirse y se produzca una reinstauración de enfoques de carácter regresivo.


La discusión entre radicalización o restauración de las derechas con políticas similares al Consenso de Washington es probable que se ponga a la orden del día. En tal situación, el reformismo, así como ha sido hasta ahora un aliado de mucha importancia, cuyos avances nos proponemos defender en pro de imprescindibles profundizaciones ulteriores, podría convertirse en un rival de fuste, dado que el reformismo rechaza total o parcialmente reconocer la necesidad, no sólo de profundizar el camino recorrido, sino de cambios estructurales, para lo que es necesaria una lucha política revolucionaria.


La explotación es una realidad puesto que la burguesía es la propietaria de los medios de producción, de las fábricas y de las tierras, mientras que los trabajadores no poseen más que su fuerza de trabajo.


Los reformistas pueden llegar a aumentar los salarios, pero se niegan, no sólo a socializar las fábricas y los bancos, para devolverlos a sus verdaderos propietarios, es decir, quienes producen la riqueza, el pueblo trabajador y explotado, sino que incluso en momentos de crisis pueden sentirse tentados a morigerar su espíritu de cambios, los avances en sueldos, salarios y jubilaciones, es decir, la mayor y necesaria distribución en pro de un mercado interno mucho más amplio, que, sin duda, será una de las mejores recetas para enfrentar la crisis que también tocará a la Argentina en el próximo periodo.


Casi inevitable es el rechazo del reformismo a la teoría marxista del Estado que sostiene que éste es un instrumento clave de las clases dominantes para mantener la explotación y la dominación, asegurando la propiedad privada sobre los medios de producción.


Por su parte el reformismo sostiene que el Estado de la burguesía es neutral y que puede ser utilizado a favor del pueblo, incluso dentro del socialismo, por lo que no habría necesidad de cambiarlo radicalmente o destruirlo.


En este debate con el reformismo nos enfrentamos al desafío de la negación irreconciliable de la lucha de contrarios que éstos plantean y, por lo tanto, la negación del salto cualitativo, revolucionario, para crear una situación nueva.


Crecerán las prédicas sobre que es posible quedarse con lo bueno del capitalismo, rechazando lo malo y abonarán todo tipo de tesis sobre las terceras vías como solución a los problemas de nuestra Patria, apelando a términos como capitalismo serio, inclusivo, humanizado.
En su voluntad de respetar la propiedad privada, el mercado, la ley del valor, como pilares de la civilización capitalista, trabajarán para reproducir la vida burguesa asentada en el fetichismo de la mercancía y en la alienación.


En las actuales circunstancias, en que de la mano primero del Mercosur, luego de la Unasur, del Alba y próximamente de la Celac, ha habido una fuerte tonificación de la integración entre nuestros países y un crecimiento muy importante del internacionalismo entre nuestros pueblos.
Será bueno recordar e insistir que para el Che el internacionalismo y la liberación del imperialismo eran parte del choque a muerte entre el capitalismo y el socialismo, no existiendo fricciones entre la causa socialista y la causa antimperialista, o dicho de otra manera, entre los procesos de liberación nacional y los procesos de avance hacia el socialismo.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Partido Comunista + Analísis político y posicionamiento (Discurso en el congreso de la CONAT)

Antes que nada quiero hacer llegar el saludo y la felicitación de la dirección del Partido a todas las compañeras y compañeros que, desde diversos puntos del país han llegado a este Congreso de la Corriente Nacional Agustín Tosco.
Quiero hacer extensivo este saludo a los compañeros de la CTA y a su secretario Hugo Yasky, gracias a los cuales hoy estamos celebrando este Congreso en nuestra casa, junto con los compañeros internacionalistas que nos visitan de Chile, Uruguay y Brasil.
Sabemos que en el movimiento obrero argentino existen dos tradiciones ideológicas claramente definidas. Una es la que sostiene como estrategia la conciliación de clases entre los trabajadores organizados y el capital liderado por una burguesía nacional. Esta tradición no entiende que movimiento obrero deba jugar el papel de vanguardia de la clase sino conformarse con ser la columna vertebral de un movimiento mucho más amplio.
Este punto de vista es el hegemónico en nuestro país desde el golpe de Estado de 1943 y es representado por el movimiento obrero justicialista. En el mismo convive un amplio espectro de posiciones políticas que van desde los sectores sindicales pro-patronales y colaboracionistas con gobiernos de la burguesía, tanto civiles como militares, con sectores más combativos que han resistido a esta lógica de sindicalismo empresarial, con los que hemos compartido luchas históricas. En este sentido rendimos homenaje a una de estas grandes luchas como lo fue el Cordobazo y a sus máximos dirigentes, Atilio López y Agustín Tosco.
La otra tradición del sindicalismo argentino es la que está representada hoy aquí, la que representan ustedes, la que representó Tosco, la que se nutre del principio marxista de la lucha de clases, la que se reflejó en las luchas que en los años 30 y 40 protagonizaron los comunistas y que, si queremos ir a sus orígenes, se nutren de aquel momento histórico para el movimiento obrero argentino que fue la fundación de la Unión Tipográfica, vinculada a la relación de aquellos obreros con la lucha de la Comuna de París y el proceso de formación por parte de Marx y Engels de la I internacional Comunista.
Aquí está reunida esa tradición, la que se basa en la lucha de clases, esa que no nos lleva a defender solamente los derechos económicos y sociales de los trabajadores, sino a la superación de la explotación capitalista.
Es la tradición de Tosco, quien fue el dirigente obrero más importante de la segunda mitad del siglo XX, porque siempre trabajó y predicó para que la clase obrera protagonice y sea vanguardia en la construcción de un Frente de Liberación Nacional y Social como herramienta para derrotar la explotación capitalista en nuestra patria.
Tosco nos enseño, y este Congreso ha recogido bien estas ideas, que se puede mejorar sustancialmente las aristas más difíciles de la vida de los trabajadores pero que sin superar al capitalismo, no habrá solución para los problemas profundos del pueblo argentino y de los pueblos latinoamericanos. Debemos saludar hoy, los avances concretos que hemos logrado entre el primer Encuentro de la CONAT y este Congreso, han sido avances muy importantes alcanzados gracias a una fuerte voluntad política por parte de ustedes, a lo que se sumó una buena lectura de la realidad y una toma de posición política justa, basada en tres principios; el clasismo, la autonomía y la convicción de que ser autónomos no nos da derecho a ser prescindentes en las luchas que enfrenta nuestro pueblo por sus problemas cotidianos y por el derecho a construir su propia historia.
Seguramente Agustín Tosco estaría orgulloso de esta agrupación que sigue su ejemplo, que no vaciló ante la confrontación con la oligarquía por la 125, ni en el apoyo a la recuperación de los fondos jubilatorios o ante la implementación de la Asignación Universal por Hijo, ante la Ley de Medios Audiovisuales y ante la ruptura con los principios del neoliberalismo que proponían las relaciones carnales con el imperio.
Esto es importante. Porque desgraciadamente sectores de la izquierda y del centro-izquierda, embarcados en una autonomía sin compromiso, esgrimen que lo que ocurre en la Argentina es un conflicto entre dos sectores de la burguesía y por ello se declaran prescindentes para terminar, directa o indirectamente, favoreciendo los planes de la oligarquía.  La Corriente Agustín Tosco no cometerá nunca tamaño error.
Tenemos que valorar como muy positivo este nuevo desafío de lucha por la unidad del movimiento obrero, sabiendo que enfrentamos un terreno más complejo. Aquí se ha proclamado perseverar en la unidad de la CTA sin ningún tipo de ingenuidad, sabiendo que la división es producto de proyectos políticos y que habrá que ser capaces de sintetizar un proyecto político para que esa unidad sea posible. Desde el punto de vista de las buenas intenciones se ha puesto todo sobre la mesa, recuerdo incluso que nuestros compañeros propusieron en el Congreso de la CTA, donde se planteo ir con listas separadas, la necesidad de superar los estatutos de la burocracia que siguen vigentes en la CTA y promovieron la representación proporcional para evitar la fractura. Esto no fue posible, esa predica cayó en el vacío y permitió la fractura.
Hoy nos estamos proponiendo un proceso superior de unidad, estamos previendo la existencia de conflictos en nuestro país y que esos conflictos, esas luchas, pesaran al interior de la CGT agudizando las contradicciones y produciendo diferenciaciones que tendremos que analizar objetivamente en función del movimiento obrero y de su unidad. Para eso queremos rescatar esa gran experiencia de central alternativa que fue la CGT de los Argentinos. Sería muy importante en el mediano plazo poder recrear una experiencia como esa.
En pos de estos desafíos, es importante valorar la claridad que hay en la CONAT respecto al compromiso en aportar a la reelección de la presidenta Cristina Fernández, este es un  punto clave del análisis. Nosotros reconocemos que la unidad del sujeto popular es algo que está pendiente y que es verdad que hoy hay dos grandes sectores que protagonizan el conflicto, que son dos sectores de la burguesía, pero sabemos muy bien que los sectores representados por el kirchnerismo y que empujan este programa nacional y popular, que aún permanece con un alto grado de indefinición y merece mucho debate, no son lo mismo que los sectores de la burguesía transnacional en donde se asocian los grandes sectores burgueses argentinos con los monopolios, fundamentalmente norteamericanos, que han protagonizado el neoliberalismo y que tienen como programa su restauración con todos los costos que ya conocemos y están dispuestos a llevar adelante la represión que sea necesaria para lograrlo.
Por eso no nos da lo mismo una cosa que la otra. Estamos dispuestos a que esos sectores de la derecha sean derrotados con nuestro aporte para consolidar el piso alcanzado y poder levantar los techos de las conquistas que aún necesitamos.
Los planes restauradores de las derechas autóctonas, respaldadas por el imperio solo traerán dolor y desacumulación política al movimiento popular. Por eso defender este piso es un elemento fundamental en una táctica de acumulación, en una táctica de avance, no podríamos establecer planes si no concretamos este enfoque político y si el 23 de octubre no somos parte de la derrota de la derecha y de un nuevo momento de debate sobre la forma de radicalizar y profundizar lo que se llama el proyecto nacional.
Por eso es importante tener en claro a que llamamos nosotros avanzar.
Es fundamental remarcar que sigue faltando empleo, que hay que luchar contra el 40% de empleo en negro, creemos que hay que seguir trabajando para distribuir en base al salario y no tanto en base a los subsidios aunque, por supuesto, los subsidios que mejoren la calidad de vida de la clase obrera y el pueblo serán bienvenidos, pero la distribución real es más salario para los trabajadores y para los jubilados, es reestructurar como se reparte la ganancia, el PBI, la renta nacional, aún es más del 60% para los capitalistas y alrededor del 38% para los trabajadores, es un avance si consideramos que estábamos en el 22%, pero es muy poco en relación al clásico fivty-fivty que tenia la Argentina hasta el golpe de Estado de 1976, y es muy poco para hablar de una país con justicia social.
Debemos pelear por recuperar la energía, la minería, el transporte, hay que plantear una reingeniería del transporte y hay que pelear por una reforma tributaria, para que  el impuesto fundamental deje de ser el IVA que representa el 60% de la  recaudación estatal.
Tenemos que luchar para que las reservas no sean utilizadas solo para pagar deuda o controlar el precio del dólar, podríamos usar parte de estas reservas para darle un golpe certero al problema de la vivienda, hay 3 millones de familias sin vivienda en la Argentina, hay que darle un golpe al corazón a la falta de instalaciones sanitarias, el 60% de los argentinos no tiene cloacas, y hay que darle un golpe al corazón al problema del transporte, porqué no usar 2 mil millones de dólares de los que hay en el Banco Central, y aplicarlos a una rápida recuperación del transporte de carga y de pasajeros a través de una reingeniería ferroviaria.
Estas son exigencias de la coyuntura nacional que conocemos bien, pero por encima de la coyuntura nacional, existe algo que abarca todo y es la crisis del capitalismo mundial. Hemos hablado mucho de la crisis, la caracterizamos como una crisis de la civilización burguesa, una crisis civilizatoria, pero el problema que debemos ver ahora es que Argentina y América Latina no pueden pensar que son una isla y que quedaran a salvo de los efectos de esta crisis. Es bueno que nuestros gobiernos estén viendo, en el marco de la UNASUR, una forma de capear la crisis en conjunto, en ese sentido apoyamos el Banco del Sur y otras medidas que se están tomando, pero la crisis nos afectará y crecerá la disputa distributiva en nuestro país. Ante esto, la presión capitalista irá en aumento en pos de quedarse con la parte del león en esa disputa y aparecerá la vieja idea de que la crisis la paguen los trabajadores.
No podemos confiar en que el gobierno por sí solo resolverá, incluso el gobierno puede ser permeable a estas presiones, y hay que comenzar a estar alertas ante algunas declaraciones que ya plantean que en los próximos meses los trabajadores tendrían que moderar sus reclamos.
¿Que decimos ante esto? Nosotros le decimos al gobierno, a todos los gobiernos que tratan de romper con el Consenso de Washington en la región, ya que están en la misma situación, que la contradicción de hierro que tenemos en el continente es o avanzar en la radicalización y profundización de los cambios o la restauración neoliberal, ya sea por presión de la derecha o por descomposición de los gobiernos progresistas que no se animen a ir por más con el apoyo popular.
En el marco de esta crisis hay que seguir avanzando contra el capital, no permitir que recuperen posiciones, que incrementen su tasa de ganancia como suelen hacer en situaciones como esta, por el contrario, se debe afectar las ganancias del capitalismo que han aumentado significativamente, desde el 2001 hasta la fecha, según los propios balances de las empresas que indican que están ganando entre dos y cuatro veces más.
Hay que ir contra esa estructura de la tasa de ganancia del capitalismo, es en esta dirección que debemos apoyar o presionar al gobierno, pero sabemos que el arma más efectiva para el pueblo y los trabajadores es la unidad, la organización y la lucha.
Por eso es bueno como este Congreso demostró que somos consientes de la crisis que atravesaremos en el próximo periodo, esta trae muchos problemas pero también está llena de oportunidades, sobre todo esta, que es tan profunda que pone al capitalismo en una situación muy difícil. Si el capitalismo, que en los últimos 20 años se ha movido sin el contrapeso de lo que llamaban el “peligro rojo”, y había prometido un mundo de abundancia y paz, lo que hoy exhibe es un mundo donde nunca hubo tantos pobres y hambrientos, un mundo en donde nunca ha habido tanta militarización, si no pudo resolver los problemas de una civilización de 7 mil millones de personas, ¿cómo va a poder los problemas de un mundo que, en 20 años, tendrá el doble de población?
El capitalismo está acosado por  un problema insanable de impotencia histórica como ya sufrieron diversos imperios.
¿Esto quiere decir que el capitalismo caerá espontáneamente? No, puede  que se abra un periodo largo de declinación, una agonía llena de problemas, guerras, masacres, bombardeos humanitarios como estos que hoy plantean en relación a Libia, de los cuales los latinoamericanos no podemos declararnos completamente exentos. Pero cambios tan profundos implican que hay un cambio de época, y este cambio tiene un signo fundamental, es absolutamente favorable a la posibilidad de construcción de alternativas.
Que no nos pase otra vez lo del 2001. Cuando hablamos de formar cuadros, de crecer organizativamente, es para tener una fuerza que sepa moverse en situaciones críticas, en situaciones cambiantes y que, ante una crisis muy profunda, pueda actuar resolviendo el problema de constituir un Frente de Liberación Nacional y Social que actúe como alternativa, si no hay una alternativa política organizada, por más fuerte que sea la crisis, el problema no se resuelve. Recordemos el 2001, veamos lo que pasa con los indignados en España, con las luchas griegas, en Inglaterra. Sin fuerza alternativa política, el capitalismo continuará manejando la situación.
Por eso, para construir alternativa y aprovechar la época nueva, sepamos que no son cuestiones prácticas las que están fallando, nos están fallando cuestiones ideológicas profundas, debates que tienen que hacerse para construir alternativa. Hay debates que están pendientes y deben hacerse en el movimiento obrero, en el movimiento popular argentino. Debates contra el economicismo, contra el sindicalismo al margen de las políticas liberadoras, debates con el cortoplacismo. Por qué si los capitalistas planifican a 10 años, nosotros planificamos a 15 días. Tenemos el complejo de que si planificamos a largo plazo estamos demostrando escasa voluntad de poder para mañana, pero el poder no está a la vuelta de la esquina, hay que construirlo, si no hay planes concretos se produce un circulo vicioso y no pasan 10, pasan 20, 30 años y estamos corriendo en la cinta, siempre en el mismo lugar.
Por eso hay que realizar estos debates e ir a los debates de fondo que podemos realizar ahora porque la crisis del capitalismo tiene un efecto fundamental: esta crisis relegitima aquello que, se había dicho, se encontraba en el basurero de la historia hace 20 años, relegitima al marxismo, a la lucha de clases, relegitima la idea del clasismo, de la revolución y del socialismo.
Hoy podemos discutir cómo nos alejamos mejor y más rápido del Consenso de Washington, podemos discutir como distribuimos mejor la enorme riqueza que acumulan los capitalistas, podemos discutir como terminamos con la explotación en nuestro país, como poner fin a todos los problemas que hacen a la alienación de nuestro pueblo.
Podemos discutir la idea de una sociedad poscapitalista, en definitiva la idea de superar al capitalismo, la idea del socialismo, que no debe ser considerado como nuestra utopía final, sino como una sociedad de transición hacia la verdadera liberación del hombre sin explotación y sin alienación, esa sociedad es el comunismo.

jueves, 15 de septiembre de 2011

"Ahora vamos a ver si seremos como el che" Marcelo Feito PRESENTE!

Hoy 16 de septiembre se cumple un aniversario más de la caída en combate de Marcelo Feito, el teniente Rodolfo, uno de los ejemplos comunistas a seguir, Claudia Korol escribe:

"Ahora vamos a ver si seremos como el che"

Con esas palabras se despidió de nosotros Marcelo Feito, al partir para El Salvador. "Nosotros", éramos sus compañeros de la "fede", militantes comunistas que queríamos ser consecuentes con ese che redescubierto después de tantas muertes y ocultamientos. "Nosotros", éramos los compañeros de la Brigada del Café, que en Nicaragua, al tiempo de cortar el "rojito", aprendíamos a latinoamericarizar nuestras convicciones y creencias, y a unirnos en una única batalla contra toda forma de dominación.

En Nicaragua, en donde el primer grupo de 120 brigadistas estuvimos en enero y febrero del 85, compartiendo esfuerzos con los jóvenes sandinistas, aprendimos a andar en los surcos, conocimos los esfuerzos de la alfabetización, la encarnizada guerra con la contra, los poemas de Lionel Rugama y el "¡que se rinda tu madre!". También supimos que muchas de nuestras formas de pensar y querer la revolución se volvían chaleco de fuerza contra los sueños. Entendimos que los dogmas pesan más que las mochilas o las bolsas llenas de rojito con que bajábamos del surco.

En Nicaragua conocimos a los jóvenes salvadoreños, que al tiempo que hacían su guerra, compartían con nosotros trabajos solidarios.

Marcelo, militante de la zona norte de la provincia de Buenos Aires fue en otra brigada. Volvió conmovido. Atravesado por el "descubrimiento de América". No dudó cuando se le planteó integrar una brigada de combatientes internacionalistas, que participara en la guerra revolucionaria de El Salvador junto a los compas del Farabundo Martí.

En El Salvador, Marcelo fue conocido como Teniente Rodolfo, y así lo recuerdan los militantes que pelearon codo a codo en Chalatenango, y lo vieron desparramar su amor en La Montañita. Marcelo tenía una hermosa mirada y una sonrisa contagiosa. También podía volverse serio y desafiante, si creía advertir incoherencias entre nuestras palabras y acciones. Quería empujar los cambios, de la manera en que entendíamos en ese momento que era lo más revolucionario, apoyar la iniciativa de la revolución salvadoreña que proclamaba que "si Nicaragua venció, El Salvador vencerá". Ayudar a vencer, fue el esfuerzo en el que Marcelo entregó su vida aquel 16 de septiembre.

"Ahora vamos a ver si seremos como el che", nos recuerda tantas veces desde aquel día. Como el che, quería decir para "nosotros", poner el cuerpo en los sueños, el corazón en las ideas, reivindicar la rebeldía en donde reina el conformismo, desplegar la creatividad para conjurar el reformismo, desafiar a la vida y a la muerte, para que la historia continúe.

Muchas veces soñé con Marcelo y su mirada alegre, con su pregunta inquietante... ¿cómo vamos, compas? Muchas veces me desperté con un nudo de Nicaragua doliendo en la garganta; con la necesidad de recorrer la tierra salvadoreña donde duermen los sueños combatientes; con la urgencia de palabras que a veces nos sobresalta en nuestra argentina rebelión. El 20 de diciembre del 2001, entre el fuego y el humo, vi volar una piedra certera, como los disparos de Marcelo. El pibe que la tiró, que no conoció a Marcelo, tenía en el pecho una remera del Che. Era muy parecido a Marcelo, y también al otro chaval que conocí en Chiapas, aprendiendo y enseñando a escribir la historia. Yo, que no conocía al pibe que tiró la piedra, recordé en su sonrisa orgullosa, un gesto de Marcelo. No creo que me haya entendido cuando festejando el impacto de la piedra, y corriendo de unos gases le dije medio riendo y medio llorando: "ahora vamos a ver si seremos como el che".

lunes, 22 de agosto de 2011

León Rozitchner: Un nuevo modelo de pareja política

Néstor Kirchner no hizo, es cierto, la revolución económica que la izquierda anhela: inauguró –nada menos– una nueva genealogía en la historia popular argentina: “Somos hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo”, nos dijo, abriendo los brazos de una fraternidad perdida. Fue capaz de hacer reverdecer un lugar en el espacio político que, según es pensable, los hombres les debemos a las madres, al menos a las de la primerísima infancia, sin las cuales el anhelo de una vida feliz no hubiera sido posible. Viniendo desde el horror que los asesinos habían marcado en el cuerpo de cada argentino, abrió el lugar a una Justicia que no venía sólo del derecho: venía desde ese “otro derecho” que es un orden previo a la ley que la violencia sostiene, engendrado desde el cuerpo amoroso de las Madres, no del cuerpo del Estado y del Padre Terrible. Esa es desde entonces nuestra nueva ascendencia política. Había que tener, para hacerlo, una fuerza afectiva y un coraje que venía desde más abajo y desde algo más profundo para hacer reverdecer en el cuerpo de la ciudadanía aterrada una imagen de cobijo y de vida (que quizás ya esté madurando sus frutos en el campo político). En esa dramatización sintética con la cual Kirchner inicia su gobierno –la Ultima Escena– dos modelos de Argentina se enfrentan y uno de ellos triunfa cuando la efigie del jefe de los asesinos es bajada a tierra. Podemos decir que fueron las Madres y las Abuelas, todas figuras femeninas, aquellas que en medio del horror implacable, y sólo por salvar a los hijos que habían engendrado, inauguraron un nuevo espacio político –el espacio del amor generoso materno en el campo patriarcal impiadoso–. Las Madres despiertan en casi todos nosotros la promesa de una felicidad perdida que quedó grabada en el fondo del alma. Esas son ahora las premisas históricas y colectivas de nuestro recomienzo: parten desde donde las madres procuran al hijo su cobijo, allí cuando ellas le dan todo sin pedirle nada, por amor al arte, sin equivalentes, ese orden amoroso donde se inicia espontáneamente el derecho a la vida (tan contradictorio y opuesto al capitalismo) y que ese sea el lugar ensoñado de una “vida feliz” que todos –desde San Agustín a Marx– le reconocen a la primera infancia, como si ella relampagueara siempre en un instante de desesperanza. Y es lo que la derecha no podía imaginar siquiera que le pasara a tanta gente cuando muere Kirchner. No entienden a éstas, nuestras madres que lloran con Cristina la muerte de un hombre que por lo menos no quiso ser déspota: que tenía algo de madre y de femenino en su destartalada estampa. Por algo los blancos pañuelos de las Madres fueron el sudario que cubría los restos de Néstor.
Intentemos leer lo que nos está pasando desde esta otra perspectiva, que por incluir lo llamado “subjetivo”, donde el afecto y lo imaginario abren de nuevo la Primera Escena primordial, no es menos material, social y política. Sería deseable que para pensar la política nosotros también bajemos a tierra para buscarla desde nuestro personal origen. El hombre y la mujer, cuando sus cuerpos en verdad se aman y se compenetran, intercambian las figuras de los amores que los hicieron nacer a la vida como semejantes en la diferencia. Así también se hicieron los Fernández-Kirchner: un modelo de pareja humana que corrige y amplía a la pareja del primer peronismo, donde Evita sumisa proclamaba la necesaria adoración al hombre que la había escogido sacándola de la turbiedad de las candilejas porteñas. Ella era sólo el complemento sumiso: hacía por caridad cristiana, para ayudarlo, lo que Perón hacía por ley del Estado, mientras les pedía a los descamisados que lo amaran al Coronel con la misma devoción femenina –no materna– con que ella lo amaba. El, hombre-hombre por un lado, ella mujer-sumisa-amorosa y devota por el otro.
Cristina Fernández es una mujer que se unió a un hombre desde otro lugar corporal histórico: donde el encuentro de la heterogeneidad de los sexos en la militancia temprana no se impuso como sumisión, sino como igualdad dentro de esa diferencia. Seamos objetivos: ambas son dos modelos que una misma matriz política engendra. Cristina no es más buena ni más mala que Evita: es una mujer histórica distinta, aunque algo las una y otro algo las separe. Cristina es un animal político femenino en pie de igualdad con el animal político masculino de su marido Néstor, cosa que no pasaba con Perón y Evita. Ocupa un rango superior a Evita en la escala de Richter de la evolución femenina. Aquí las diferencias no se contraponen, sino que se complementan, como se complementan los cuerpos que al amarse se unen. De allí surge, desde muy abajo, otro modelo político –tiránico o acogedor, según sea la cifra– en los representantes del poder colectivo en el gobierno. Y por eso también desde allí surge ese odio nuevo, tan feroz y mucho más intenso, que se apoderó de gran parte de nuestras clases media y alta argentinas.
Por eso, tantas mujeres sumisas y ahítas de alta y media clase, tan finas y delicadas ellas, no nos ahorran sus miserias cuando se muestran al desnudo al dirigirle sus obscenas diatribas: no ven lo que muestran. Son mujeres esclavas del hombre que las ha adquirido –o ellas lo hicieron– y al que se han unido en turbias transacciones, donde el tanto por ciento y las glándulas se han fusionado en una extraña alquimia convertida en empuje que llaman “amoroso”. La envidian a Cristina desde lo más profundo de sus renunciamientos que el amor “conyugal” exige pero no consuela. Cristina las pone en evidencia a todas: se han quedado, sin jeans que las ciñan, con el culo al aire. Ella tiene, teniendo lo mismo o más de lo que ellas tienen, lo que a todas juntas les falta. Pero saben que tampoco podrían nunca llegar a tenerlo. Por eso, ellas no la envidian: la odian como a una traidora de clase –de clase de mujeres, digo–. La han cubierto de insultos y desprecios: de las ignominias más abyectas que nunca vi salir antes de esas boquitas pintadas de servil encono. Cristina las pone fuera de quicio. Esto también constituye el suelo denso y material de la política, tan unido a la lucha de clases entre ricos y pobres. Ellas también son el resultado de la producción capitalista de sujetos en serie: mercancías femeninas con formas humanas, con su valor de uso y su valor de cambio.
¿Y del odio de sus maridos? De esos machos viriles que ven en Cristina, mezclados con sus maduros atractivos femeninos que les hacen cosquillas desde el cerebro hasta sus partes pudendas, a esa mujer que un flaco feo y bizco ha conquistado, no se la tragan. Primero los humilla que sea el suyo un tipo de mujer que nunca ni siquiera podría posar en ellos su mirada, y que los supera con su inteligencia. Segundo, y como consecuencia, ven avanzar el peligro en la amenaza de un modelo femenino que termine con la sumisión de sus mujeres en las cuales ellos han invertido tanto: toda una vida de negocios turbios y de duro trabajo de oficinas, de atender la clientela, de contar ganado o hectáreas de soja, y de groups financieros para poder “mantenerlas”, como si de amor se tratara esa transacción que los sigue minando por lo bajo y los hace sentir tan vacíos e impotentes y adictos al Viagra. Sienten en la figura femenina desafiante de Cristina –aunque exageren– la revolución en marcha.
¿No ven todos ellos en el nuevo modelo de mujer que Cristina Fernández les ofrece, un desafío, un estado de insubordinación y hasta de guerrillerismo cuando de la liberación de las mujeres y la amenaza del orden amoroso materno alcanza la política? La “seguridad” por la que todo lo establecido clama –desde la CIA y hasta los inversionistas–, ¿no será la que también alimenta la inseguridad de la pareja pequeño y gran burguesa, por más plata que tengan, esa corriente nueva que desciende incontenible como agua turbia que todo lo arrastra, hasta alcanzar el campo de la política que cruje entonces ahora tanto desde abajo como desde arriba? Los hombres honestos y las fieles mujeres y felices estamos en peligro, nos gritan implorando y añorando el terror de las fuerzas represivas: se mueren de miedo. Y ahora, como antes con Evita y ahora con Néstor, prolongando a los asesinos saludan y dan vivas al cáncer y al infarto. Gritan, frente al enemigo, “viva la muerte”, como aquel general franquista durante la guerra civil española. Sienten el peligro, forman un solo bloque con sus hombres: no quieren perder nada.
Si les preguntáramos a muchos de nuestros políticos ¿en qué ha quedado convertida la figura de la madre que les dio la vida?, los hechos contestan. Entre la madre de la infancia y las mujeres, la codicia y el dinero se han interpuesto. Algunos ya no van de putas porque tienen plata, compran las “modelos” y las tienen ahora en casa. Este también es un “modelo” político de la pareja humana en el capitalismo.
Y aquí es entonces cuando volvemos a Cristina Fernández, que no es sólo “de” Kirchner. Es nuestra Presidenta –¿para muchos, acaso, una “madre política”?– que, sobre la estela de nuestras Madres, ha asumido un modelo fraternal distinto en su ser mujer política. Por eso es que quizás tanta gente ve en ella lo que ninguna otra mujer en nuestra escena actual (ni tampoco casi ningún hombre) ha sido capaz de suscitar en nuestra última historia. Quizás el orden amoroso pueda llegar por nuestro afecto y nuestra memoria, ese que venciendo el terror las Madres y Abuelas han abierto para la ciudadanía, a convertirse en la premisa sensible de una nueva voluntad y de un nuevo razonar político: que se abra en la democracia el acogimiento y el fervor de las madres de nuestra primera infancia. Quizás ella con nuestro apoyo logre prolongarlo y, al hacerlo, nuestras propias fuerzas de hombres que recuperan su origen al sostenerla se ahonden. Para sostenerla con nuestro cuerpo sensible del cual el Espíritu Santo nos había despojado de nuestras madres carnales al reemplazarlas con una Madre postiza: exangüe, melancólica y virgen.
Con las nuevas madres y abuelas argentinas ha vuelto a ocupar la escena política esa primera mujer-madre corporal, gozosa y generosa, que todos –hombres y mujeres– hemos tenido para poder llegar a la existencia y ahora a la vida política de la que el terror de Estado nos había distanciado. Es nuestro propio fundamento más hondo el que ha reverdecido con ellas. Quizá la política necesite ahora el apoyo de todos nosotros desde más adentro y desde más abajo. Porque Cristina Fernández-Kirchner ha prolongado y asumido como mujer-madre, y con el hombre que fue su marido, un nuevo modelo social de pareja política. No es poco para recuperar el origen materno del imaginario colectivo que busca una sociabilidad distinta. De todos modos, habremos ahondado un lugar nuevo y más fuerte si, para defendernos, la defendemos: no nos queda otra. Y no he sido ni soy, por eso, “kirchnerista”.

Fuente texto: diario Página 12, 9 de noviembre de 2010