sábado, 5 de febrero de 2011

Haciendo Memoria Histórica * El viraje del Partido Comunista *

El viraje del Partido Comunista

Dos conferencias en el Archivo General de la Nación en el ciclo “Los partidos políticos en la Historia Argentina” los días 25 de octubre y 1º de noviembre de 2.000

1.Razones y antecedentes del viraje desde el punto de vista ideológico/cultural
conferencia del 25 de octubre de 2000


“…es hora de que la política del frente democrático nacional vaya a parar al rincón de los objetos inútiles para la revolución en la Argentina”…

Ernesto Giudice. “Carta a mis camaradas”. 1973


No son muchas las oportunidades para reflexionar sobre la historia del Partido Comunista en ámbitos oficiales siendo que el Partido Comunista, y más en general la cultura del marxismo y del socialismo en la Argentina, constituyen una de las culturas políticas más antiguas de nuestro pueblo cuya presencia se puede constatar a lo largo de la historia de las luchas sociales en la Argentina.


Constituye este ciclo, en mi modesta opinión un cambio, un paso para comenzar a considerar la historia de la izquierda como lo que es, como parte de la historia de la cultura. y como parte de la historia de la política en la Argentina.


Vamos a hablar de lo que se denomina el viraje del Partido Comunista, los debates y las decisiones tomadas alrededor del XVI Congreso del partido en 1985; y el primer interrogante, la primera cuestión es indagar por qué se considera de tanta importancia a estas discusiones, a estas modificaciones.


El Partido Comunista tiene más de 82 años de vida y en realidad tiene más que eso, porque tal como demostró Daniel Campione en este mismo ciclo, la historia del Partido Comunista es inseparable de la historia del Partido Socialista fundado en 1896.


En los materiales en los que se convoca al próximo 21° Congreso del Partido Comunista a realizarse los días 3,4 y 5 de noviembre de este año se afirma que será el congreso del Partido Socialista fundado en 1896, del Partido Socialista Internacionalista, luego Comunista, fundado en 1918, y también en alguna medida es el congreso de un nuevo partido, del partido refundado por el XVI Congreso.


¿Es esto verdad? ¿Es esto así?


Es una cuestión que está en debate dentro de la cultura comunista y dentro de la cultura de izquierda en la Argentina.


En los primeros diez años de vida, entre 1918 y 1928, el Partido Comunista realizó ocho congresos.


Entre 1928 y 1946, en los siguientes 22 años, el Partido Comunista realizó tres congresos.


Entre 1946 y 1969, en los siguientes 23 años, el Partido Comunista realizó dos congresos.


Entre 1969 y 1985, en los siguientes 16 años, el Partido Comunista realizó tres congresos.


Se podría alegar que buena parte de ese tiempo estuvo en la ilegalidad, como causa del no cumplimiento de los Estatutos que establecían la realización de congresos ordinarios del partido cada cuatro años.


Sin embargo, es un argumento débil porque una de las capacidades principales que demostró el Partido Comunista durante todos esos años fue su enorme fuerza organizativa y sus capacidad para burlar la represión que le permitió publicar ininterrumpidamente desde 1928 hasta 1985 su prensa semanal, casi siempre, e incluso en periodos con cierta legalidad tuvo publicaciones cotidianas, diarios y revistas.


El punto es que desde 1928 hasta 1985, casi la misma línea de cuadros ocupó la dirección del Partido Comunista, y lo principal es que durante ese periodo se manejaron casi con las mismas ideas durante este largo plazo de cerca de sesenta años.


Para poder valorar adecuadamente el XVI Congreso hay que remitirse al VIII Congreso del Partido Comunista realizado en 1928, un Congreso que culmina un periodo prolongado de disputas políticas, ideológicas y también disputas por la dirección del partido Comunista Argentino que culminan de un modo muy particularidad.


Culminan, en buena medida, gracias a la intervención de la Internacional Comunista que emite una Carta interviniendo en el debate y apoyando al grupo que se consolidaría como dirección del partido en 1928; el grupo conocido por formar parte de él Victorio Codovilla, Paulino González Alberdi, los hermanos Ghioldi, etc.


Este es un elemento que aparentemente puede resultar circunstancial y que se transformó en una cuestión de bastante peso.


La debilidad del grupo que se constituye en la dirección oficial del partido Comunista, que lo lleva a requerir de la intervención expresa de la dirección de la Internacional Comunista, va a repercutir en sus propias discusiones y en sus propias resoluciones.


Hay que recordar que la Internacional Comunista, a la muerte de Lenin, y en un periodo donde la idea de que la revolución socialista iniciada el 7 de noviembre de 1917 en Rusia sería solo el comienzo de una rebelión generalizada en Europa se ha debilitado enormemente, comienza a perder el sentido original.


La oleada revolucionaria con que soñaba Lenin efectivamente existió, pero no triunfó. La rebelión estalló, por lo menos en Alemania, Italia y Hungría.


Pero la rebelión fue derrotada y asesinados los principales jefes en Alemania, Rosa Luxemburgo y Carlos Liebcknet; encarcelado Antonio Gramsci en Italia y detenido el Ejercito Rojo a las puertas de Varsovia en lo que constituye un poderosos símbolo de la detención de esa oleada revolucionaria iniciada en noviembre de 1917.


La Internacional Comunista, constituida a instancias de Lenin como un estado mayor de una ofensiva revolucionaria, de un proceso que se creía ininterrumpido y mundial, se va transformando en una organización que primero va a defender férreamente la existencia del socialismo en un solo país y luego va a derivar esa defensa en la defensa de la política exterior y de las condiciones para la supervivencia de ese país.


La importancia que le da la Internacional Comunista a América Latina es muy débil y recién en 1928 resuelve constituir un Secretariado Latinoamericano al frente del cual no pone a un latinoamericano sino a un europeo del grupo de Bujarin, uno de los grupos perdedores en los debates del Partido Comunista de la Unión Soviética y de la Internacional Comunista.


Así es que se instala a Ebert Droz como secretario del Secretariado Latinoamericano de la Internacional Comunista, un cargo que se puede considerar como una especie de castigo para los que perdieron la interna que se disputaba en Europa.


Droz va a elaborar los lineamientos de la Internacional Comunista para América Latina y va a convocar a un congreso, la primera Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina que se realiza en junio de 1929 y va a definir sus tareas del siguiente modo ( textual): “los países de América Latina, a pesar de su independencia política formal, son países semicoloniales los cuales deben ser examinados desde el punto de vista de nuestra táctica como países coloniales y semicoloniales. Por lo que, prosigue Ebert Droz, el movimiento revolucionario en América Latina puede ser caracterizado como una revolución campesina y antimperialista y en consecuencia entra en la categoría que se ha convenido en llamar una revolución democrática burguesa.”


En realidad, pocos meses antes de esta definición, Victorio Codovilla, en un boletín interno de la Internacional Comunista para América Latina había escrito un articulo sobre las características de América Latina levemente distinto a lo de Ebert Droz ateniéndose de un modo más estricto a lo que Vladimir Ilich Lenin había escrito en el libro “Imperialismo, fase superior del capitalismo” sobre el carácter dependiente de los países como Argentina, la famosa calificación que Lenin había hecho de los países de América Latina en ese libro.


No es el punto hoy entrar a discutir estrictamente una u otra definición sino marcar que el que impone la definición que la Conferencia de los Partidos Comunistas Sudamericanos como su visión de lo que era América Latina, no es Victorio Codovilla, no es José Carlos Mariategui, obviamente, no es ninguno de los dirigentes marxistas que ya actuaban en estos países como Recabarren en Chile y Mella en Cuba que ya tenían un grado de desarrollo intelectual y político muy importante sino va a ser este enviado del Secretariado Internacional de la Internacional Comunista, que seguramente conocía bastante poco de esta región.


En la conferencia de los partidos de 1929, que es una conferencia muy inteligenciada, muy coherente, muy en sintonía con el VIII° Congreso del Partido Comunista de la Argentina de 1928, se van a enfrentar dos posiciones sobre este punto: una es la que presenta el secretariado internacional, que va a ser la triunfadora, posición detrás de la cual se alinea la delegación argentina compuesta por Victorio Codovilla y Paulino González Alberdi; y la otra es la posición de la delegación peruana. “Punto de vista antimperialista” es la tesis que había escrito José Carlos Mariategui y que por cuestiones de salud la envía y no puede participar.


Mariategui en su “Punto de vista Antimperialista”, va a recurrir a la historia de América Latina, va a apoyarse en su obra clásica “Los siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, en donde, de un modo bastante paradójico para los argentinos, buena parte de su herramienta teórica para analizar la realidad americana se va a apoyar en el argentino Esteban Echeverría, en el análisis que Echeverría hace de las clases sociales en el Virreinato y del criterio de que de las tres clases existentes: la oligarquía terrateniente, la burguesía comercial y las llamadas clases bajas: los esclavos, los indios, los gauchos, de las combinaciones posibles que podrían haber ocurrido en un proceso revolucionario a saber: que la burguesía comercial se aliara al sector más bajo de la sociedad y no solo resolvieran la cuestión de la liberación política sino medidas que apunten a un nivel de desarrollo social independiente, lo real es que en realidad se produjo la otra combinación de clases, entre la burguesía comercial y la oligarquía terrateniente, alianza que limitó la Primera Independencia a lo formal político, manteniendo el poder económico en manos de quienes abrirían paso al neocolonialismo.


Este análisis que Mariategui hace para el Perú y otros países de América Latina, en mi opinión, donde mejor se confirma es en la propia Argentina donde a poco de andar el proceso de la Primera Independencia y el impulso revolucionario de mayo va a estar ahogado por esta combinación de intereses económico sociales de la oligarquía terrateniente, sobre todo la porteña, la que desde muchos años antes de la Invasión Inglesa de 1806 ya tenía sólidas relaciones con el imperialismo inglés por medio del mecanismo de intercambio comercial ilegal del contrabando.


En realidad, el maridaje del que habla Mariategui en la Argentina es un matrimonio de a tres constituido muy tempranamente entre el imperialismo inglés, la oligarquía terrateniente (sobre todo la que domina las pampas húmedas y la que está cercana al puerto, la oligarquía porteña) y la burguesía comercial que domina el puerto y la salida de las exportaciones del Virreinato y después de la Argentina para España.


Desde esa visión de la historia es que Mariategui desarrolla y profundiza un análisis de la continuidad que el Virreinato tiene de la Conquista, y la República tiene del Virreinato a partir de la permanencia de un elemento fundamental que es la propiedad de la tierra, principal medio de producción en aquellos años para el tipo de modelo económico que se va a constituir basado en las exportaciones agropecuarias.


Es por ello que Mariategui considera que es un error, como lo planteaban Haya de la Torre desde el A.P.R.A. y Droz desde el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, abrigar esperanzas de que la burguesía nacional latinoamericana (y nosotros agregamos, la argentina en particular), siguiera el camino de la burguesía nacional China, de la burguesía nacional india y fuera posible constituir alianzas sólidas con estos sectores detrás de un programa de liberación nacional.


En opinión de Mariategui, opinión que comparto enteramente, la burguesía en América Latina nació subordinada al imperialismo y jamás tuvo, por lo menos en el sur, en estos países, vocación de un desarrollo independiente.


Nació cipaya, nació con voluntad de subordinarse al imperio, y en la medida que creció, en la medida que creció en una lógica de dependencia subordinada, su subordinación al imperialismo ha ido creciendo hasta llegar a los límites de las relaciones carnales que predicaba Menem o la actual situación de alineamiento automático del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino en cualquier conflicto que estalle en el mundo tal como ha ocurrido en estos días con la negativa argentina a condenar el genocidio al pueblo palestino en la Asamblea General de las Naciones Unidas.


Podría parecer que es una exageración pretender vincular el debate del veintinueve con la Asamblea General de las Naciones Unidas de estos días del dos mil, y sin embargo creo que hay una línea coherente de subordinación al imperialismo que es interrumpida solo momentáneamente a lo largo de la historia.


Mariategui dice que la revolución que madura en América Latina es una revolución socialista, que se pueden y se deben establecer sistemas de alianzas con otros sectores sociales, con otras fuerzas políticas, pero que tiene que estar claro que por lo que hay que luchar es por un socialismo que en América Latina tiene en opinión de Mariategui la ventaja de tener una tradición histórica en el sistema de producción, por lo menos de los Incas, que él considera del “comunismo primitivo”.


Más allá de la discusión sobre el verdadero carácter de la producción en el imperio incaico, cuestión que no nos parece que sea la fundamental, lo que se debe destacar es esta actitud de Mariategui de pararse frente a la realidad en busca de encontrar los caminos para su transformación, y no de la temprana actitud de ver a la realidad como un muro que no se puede derribar y al cual hay que acondicionarse y subordinarse.


Es interesante, y es un trabajo que no está hecho, hacer un estudio más serio en paralelo de la obra y la vida de José Carlos Mariategui y de Victorio Codovilla.


Cuando digo más serio, lo digo porque durante muchos años, en la cultura oficial comunista fue ignorada la obra y la trayectoria de José Carlos Mariategui; y viceversa cuando se estudia a Mariategui no pocas veces se pretende que Mariategui discutía con personas infradotadas o algo así, degradando lo que era un debate entre pares, entre revolucionarios que incluso tenían una trayectoria personal bastante parecida y muy simbólica.


Los dos provenían de hogares muy pobres, los dos hicieron esfuerzos personales muy grandes para lograr una educación bastante mínima: ni Codovilla ni Mariategui tienen títulos universitarios. Me parece que Codovilla había cursado en Italia el Liceo, una forma de educación secundaria.


Mariategui va a ser expulsado del Perú, y él escribe que en Europa descubrió Perú. Por su parte, Codovilla va a ser expulsado de Italia por su militancia revolucionaria muy temprana, siendo estudiante del Liceo. Y lo paradójico que en ese exilio a la Argentina Codovilla nunca pudo despegarse de las primeras visiones que se formó sobre el capitalismo en su adolescencia italiana.


Para el año ’29 la diferencia de edad no es mucha, y los dos han llegado desde muy abajo a lugares importantes en un movimiento que en ese tiempo era lo que estaba transformando el mundo.


El problema es que marxismo van a desarrollar uno y otro.


El marxismo de Mariategui no es un marxismo pulcro, no es un marxismo demasiado ortodoxo. Mariategui en realidad busca en el marxismo armas para enfrentar el sistema de dominación peruano.


Prácticamente toda la vida política útil de Mariategui va a ser bajo el gobierno de Leguía, un personaje bastante típico de Latinoamérica que va a gobernar durante once años y que es básicamente un hombre de un fuerte positivismo. Y que utiliza a toda la ideología del positivismo para justificar su gobierno desde la teoría del desarrollo y del progreso ininterrumpido.


En la Argentina, el positivismo es también la ideología de las clases dominantes sin embargo, y esta es la diferencia entre uno y otro bloque de poder, entre el dominante en Perú y el dominante en la Argentina, la Generación del ’80, que justifica la constitución de la nación y la organización del sistema capitalista a pleno en la Argentina va a tener la capacidad de ejercer una hegemonía cultural tan grande para que su ideología positivista penetre no solo a las capas dominantes de la sociedad sino a los propios grupos socialistas en conformación en esos primeros años.


El positivismo y el liberalismo van a mezclarse con los orígenes del socialismo y van a tener un efecto devastador, con resultados dramáticos sobre la base teórica del partido comunista recién formado.


En 1973 uno de los intelectuales más importantes del Partido Comunista, exasperado por no poder dirimir las diferencias que tenía con el resto de la dirección renuncia al Partido Comunista y envía una carta que titula “Carta a mis camaradas” donde dice que durante años se ha preguntado, igual que muchos le han preguntado a él, cuál era en definitiva la estrategia de poder del Partido Comunista que mucha gente no podía distinguirla en los permanentes cambios de alianzas y en los apoyos tan cambiantes a una y otra fracción política.


Ernesto Giudice, igual que todos ellos va a aceptar la idea de la revolución democrática burguesa, pero dice que de las dos variantes principales que la historia ha conocido de la forma de abrirse paso una revolución burguesa, la revolución burguesa a la plebeya realizada en 1789 en Francia, y la revolución cúpular, por acuerdo realizada por la burguesía inglesa en 1766, parecería que la dirección del Partido Comunista Argentino había elegido este camino de la revolución burguesa a la inglesa por el acuerdo. Y que al cabo de los años él cree descubrir que la verdadera estrategia del Partido Comunista es la de tomar el poder por la saturación del sistema. La estrategia de penetrar en todos los poros de la sociedad, igual que hizo la burguesía inglesa con la Monarquía en Gran Bretaña.


Y pide en esa carta, y lo transcribo casi textualmente: “es hora de que la política del frente democrático nacional vaya a parar al rincón de los objetos inútiles para la revolución en la Argentina”.


Aquí estamos exactamente en el punto número uno del encuentro que era tratar de demostrar porque el abandono de la política de frente democrático nacional que realiza el XVI Congreso, y que trabajosamente en estos años hemos tratado de llevar a la práctica, cuestión que trataremos de consolidar en el próximo XXI Congreso a realizar en estos próximos días, constituye un viraje enérgico, muy serio, en el Partido Comunista.


Un viraje en la política del Partido Comunista, en la manera de ver el marxismo del Partido Comunista, en la mirada sobre la historia argentina que tenía el partido, en el modo de relacionarse los militantes comunistas entre si y de los militantes comunistas con el resto de la izquierda y que por todos estos cambios, y algunos más que trataremos de abordar más adelante, estos cambios constituyen de algún modo una verdadera refundación del Partido Comunista hasta el extremo de que si por una razón mágica, como imagina el autor de la obra de teatro “Conversaciones con el Che Guevara” lograra que algún militante comunista de los desaparecidos hace 25 años volviera a la vida y viera lo que es este Partido Comunista difícilmente lo pudiera reconocer y hasta es posible que lo descalifique con el mismo lenguaje con que se descalificaba a otros grupos de izquierda en los años ´60.


Exactamente, ¿qué es lo que se cambió con el XVI Congreso del Partido Comunista?


En primer lugar se cambió la caracterización de la Argentina, cuestión clave para un partido comunista. ¿De qué estamos hablando, en qué país queremos producir cambios sociales?


Si bien el lenguaje tiene modificaciones y en los distintos congresos hay algunos cambios, básicamente desde 1928 hasta el XVI Congreso se mantuvo la idea de que a la Argentina le faltaba desarrollo capitalista. De que la Argentina era un país cuya característica principal era la dependencia entendida ésta básicamente como un factor externo, y por lo tanto como un factor externo de dominación habilitaba la idea de que un sector o la burguesía nacional en su conjunto pudiera participar de un modo activo, de un modo honesto, de un modo consecuente en la lucha por la liberación nacional y social.


La idea de que había un desarrollo “normal” del capitalismo que hubiera llevado a la Argentina al mismo lugar al que llegaron Canadá y Australia países con los cuales Argentina compartía a finales del siglo XIX y principios del siglo XX las mismas potencialidades de desarrollo económico es una idea que penetró mucho en el Partido Comunista.


El 17 de julio de 1942, en un informe al Comité Ejecutivo, el secretario del partido, Jerónimo Arnedo Alvarez, dice textualmente: “Nosotros, comunistas, estamos dispuestos a no plantear ninguna demanda política o social que trabe o impida el desarrollo libre y progresista del capitalismo.” Según él, lo aclara así: “Por desarrollo progresista entendemos un desarrollo que impulse y vivifique los recursos naturales del país y que tome en consideración sus intereses y, en particular los de su población laboriosa…”


Ese tipo de capitalismo no existió nunca en la Argentina, ni podrá existir, porque el capitalismo se organiza por los capitalistas en aras del interés económico y de la máxima ganancia, por lo tanto jamás al capitalismo le preocupará, o se apartará un milímetro de la búsqueda de la máxima ganancia en aras de preservar el medio ambiente, la salud de sus habitantes, etc.


El empecinamiento en pagar la deuda externa que tiene el sistema de dominación del capitalismo en la Argentina, privilegiando el pago a los especuladores financieros internacionales a la más elemental respuesta a la salud de nuestra infancia es lo que hace que muera un niño en la Argentina cada cincuenta minutos por falta de la atención adecuada da idea de que no existe, ni existirá jamás tal tipo de capitalismo “normal” al que aspiraba Arnedo Alvarez.


Esta idea, que pocas veces está expresada de un modo tan patética y tan transparente, en realidad había penetrado profundamente la conciencia política de la dirección del partido y explica mucho de las actitudes y posiciones tomadas a lo largo de esos años.


Esta cuestión de la dependencia que efectivamente el Partido Comunista la denuncia muy tempranamente, en 1928, mucho antes de la aparición de la corriente que en sociología se conoce como la corriente de la dependencia en los años ’60.


Sin embargo, una vez más se hace una lectura totalmente mecánica y dogmática del marxismo, y en particular de la obra de Lenin sobre el imperialismo y una definición que Lenin la da solo como un ejemplo en su investigación más general sobre la transformación en imperialismo del capitalismo pre monopolista a finales del siglo XIX se toma como una enseñanza bíblica, como una ley sagrada capaz de explicar para siempre las características del capitalismo latinoamericano sin más tramite ni estudio.


Y de esta combinación de “capitalismo normal”, la teoría de la dependencia, el papel de la burguesía nacional, surge la idea de la revolución por etapas.


Primero la revolución democrática burguesa, luego la revolución socialista para cuya transformación, se explicaba, se requiere del papel hegemónico de la clase obrera en la primera etapa, cuestión que se resuelve automáticamente por el crecimiento del Partido Comunista.


Y en estas cuatro o cinco ideas se condensa la base teórica que explica la política, por lo menos la política oficial, del Partido Comunista durante sesenta años.


Con la cuestión de que el crecimiento del Partido Comunista es imprescindible para la transformación de la revolución democrática burguesa en revolución socialista, es imprescindible el crecimiento del partido; y si el Partido Comunista se considera la vanguardia de la revolución por ser el portador del más puro marxismo leninismo es obvia y natural que la actitud hacia cualquier otra fuerza que se pretenda revolucionaria, de izquierda o aún comunista será la actitud de hostilidad, de intolerancia y de reticencia a la unidad.


Con lo cual se completa el cuadro que explica la tragedia del Partido Comunista Argentino. La tragedia de haber luchado consecuentemente, heroicamente durante tantos años con un resultado político en acumulación de fuerzas tan pequeño.


Hay en este punto una cuestión sobre la historia que es muy importante.


La visión prácticamente oficial de la historia que es casi una visión liberal de la historia que establece una continuidad entre Mayo, Caseros, la generación del ’80 y la organización nacional llevaba a una idealización de las formas de la democracia representativa en la Argentina y a una incomprensión del verdadero sistema de dominación vigente en la Argentina entre los años ’30 y los años ’80.


Esta idea de continuidad irrestricta entre Mayo, Caseros, la generación del ’80, la Ley Sáenz Peña y la organización de las instituciones de la democracia representativa en la Argentina no permitían comprender el verdadero significado de la alternancia entre gobiernos civiles electos según las normas constitucionales y gobiernos militares impuestos por golpes de estado.


Esta incomprensión de la historia real sumada a esta visión de que en la Argentina faltaba desarrollo capitalista se va a constituir en la base teórica fundamental de la política de frente democrático nacional, y de la lucha por la revolución democrática burguesa.


Este tipo de cuestiones que se van a poner en evidencia de un modo brutal ante el viraje de la historia y la decisión del Partido Comunista de participar en la Unión Democrática junto al sector mayoritario de la Unión Cívica Radical, el Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista en contra de la otra alianza que encabezaba Perón y que integraban otros sectores radicales y socialistas fue durante toda la historia motor de discusiones, intentos de militantes y dirigentes por modificar esta política.


A estos intentos se respondía con una metodología de intolerancia en el debate y de negativa a modificar la línea fundamental trazada en 1928 y mantenida a lo largo del tiempo que llevó a que una cantidad de militantes revolucionarios que se incorporaban a las filas del partido y de la juventud comunista terminaran su vida en otros lugares, en otras organizaciones de los cuales, para dar solo algunos ejemplos podríamos nombrar a Marcos Osatinsky que había sido secretario de la juventud comunista de Santa Fe y que luego fue uno de los jefes de la Juventud Peronista de las Regionales en el norte del país con asiento en Tucumán, a Roberto Quieto que había sido secretario del círculo de la Juventud Comunista de la Facultad de Derecho de la UBA y que murió combatiendo a la dictadura desde las filas de Montoneros, o Joaquín Basanta, dirigente del Partido Comunista de San Juan. expulsado en 1956. y una de las piezas fundamentales del Movimiento 26 de Julio de Cuba en la organización de la entrada de armas desde Miami a la Sierra Maestra en 1958 y que siguió colaborando con la inteligencia de la Revolución Cubana hasta su muerte en 1990 a quien tuve la suerte de conocerlo personalmente en sus últimos días de La Habana entusiasmado por el XVI Congreso y receloso del rumbo de Gorvachov y Cía..


Todo esto cambia con el XVI Congreso, se abandona la idea de que hace falta capitalismo y se afirma rotundamente que la Argentina es un país capitalista sin ninguna duda, que la causa de los males de nuestro pueblo se debe a eso y que la solución que proponen los comunistas es una revolución socialista.


Que para conquistar esa revolución socialista hay que construir poder popular, hay que construir capacidad del pueblo para resistir, para enfrentar y para derrotar al sistema de dominación vigente y que esa tarea no podrá ser obra de ninguna fuerza de la izquierda por si sola por lo que se requiere como paso inicial, primigenio, la constitución de la unidad de las izquierdas en la Argentina como un objetivo y como una conducta política práctica cotidiana.


A que me quiero referir, si los cambios fueron de semejante magnitud, si lo que se cambió fue tan grande, creo que hay que desechar tanto las teorías conspirativas de que todo esto fue fruto de la actividad conspirativa de algún servicio secreto de vaya a saber donde, o también las visiones personalistas de que todo esto ocurrió por el papel de uno, dos o algunos militantes o dirigentes del partido o la Juventud Comunista


Yo pienso que la historia del Partido Comunista es una historia contradictoria.


Una historia contradictoria entre el discurso y la práctica. Generalmente la práctica bastante más avanzada que el discurso.


Es una historia de contradicciones entre la militancia y la dirección, entre la militancia entre si y también entre los miembros de la dirección.


Es tan malo aceptar la idea, subsistente hasta el XVI Congreso, de una trayectoria absolutamente coherente, perfecta, y que para explicar por que no se hizo la revolución tiene que apelar a verdaderos pases de magia de por qué esa trayectoria, esa política que no había tenido errores no había tenido éxitos; como pasar a la idea inversa de que ochenta años de vida del Partido Comunista, centenares de miles de militantes que pasaron por sus filas y que han fundado desde sindicatos hasta clubes de fútbol, desde bibliotecas populares hasta cooperativas de crédito, desde organizaciones de bomberos voluntarios hasta tener a algunos de los más prominentes científicos, artistas e intelectuales en sus filas; todo eso es desechable y no jugó ningún papel en la historia real de la Argentina.


La historia de un partido no se puede leer solo en las declaraciones y documentos de su dirección, la historia de un partido resulta de muchas líneas de acción, y en el caso de un partido como el nuestro, de la creación y la militancia de centenares de miles de compañeras y compañeros que pasaron por sus filas.


Más allá de las ilusiones y de las valoraciones, yo creo que si nosotros seguimos la idea de Antonio Gramsci de que los partidos son lo que son en la lucha de clases, dicho todo esto que hemos dicho, y que constituyen la razón ineludible del viraje realizado, el Partido Comunista, las más de las veces, en la lucha de clases en la Argentina jugó para el lado de la clase obrera y el pueblo.


Lo que el XVI Congreso comenzó a discutir es que esa imprecisión en la estrategia, esa dificultad en la comprensión de la realidad y esas dificultades en la elaboración de políticas hicieron que el aporte de los comunistas a la lucha de clases en la Argentina fuera de menor productividad y de menor eficiencia de lo que fuera deseable.


En el Partido Comunista desde 1928 hasta 1985 hubo innumerables discusiones que se conocen como fracciones. ¿Cuál es la diferencia entre aquellas fracciones y el viraje?


En primer lugar que la mayoría de aquellas fracciones se las recuerda por el grupo o la fuerza política internacional con la cual se alineaba cada una de las fracciones respectivas y así están las fracciones de los chinos, de los yugoslavos, etc.


El XVI Congreso, básicamente, comienza discutiendo el balance de la lucha de clases en la Argentina y comienza discutiendo puntualmente el resultado electoral de 1983, el retiro de la candidatura comunista a la presidencia que era la formula Rubén Iscaro, Irene Rodríguez y el apoyo a la formula justicialista encabezada por Luder/Bittel, de esa discusión sobre porque se había llegado a esa política seguidista que tuvo en la provincia de buenos Aires el extremo de apoyar a Herminio Iglesias se pasa a cuestionar cual había sido la política durante la dictadura militar, por qué se había planteado en los primeros tiempos esa táctica de diferenciar entre sectores fascistas y no fascistas en el ejercito; y de esa discusión sobre la dictadura se va la discusión sobre cual había sido la actitud del Partido Comunista ante el surgimiento del peronismo y las dos consecuencias simétricas que tuvo esa actitud durante tanto tiempo que fueron las variantes seguidistas que fue la variante de apoyar acríticamente al peronismo y sobre todo a la burocracia sindical peronista o la variante sectaria, liberal, gorila. Una tendiente a subordinarse a la derecha peronista y la burocracia sindical, la otra tendiente a subordinarse al radicalismo y el ala “progresista” del liberalismo argentino. Estas dos conductas convivieron durante mucho tiempo en el partido.


Y de esa discusión sobre el peronismo entonces ya se va a una discusión sobre política y se empieza a discutir toda la estrategia de la revolución democrática burguesa.


Y al discutir la estrategia de la revolución democrática burguesa, aparece Mariategui y la conferencia del 29 y de la conferencia del ´29 aparece la necesidad de pensar que no había una sola manera de ser marxista sino que, por lo menos en el ´29 ya había dos y si había dos en el ‘29 a lo mejor pudo haber habido más de una manera de ser marxista durante todo ese tiempo.


Y entonces esta secuencia que va a ir cerrándose con una discusión sobre la metodología, sobre la relación entre la militancia y el partido, y de esa discusión cada uno de los militantes terminó discutiendo su proyecto de vida y su balance de militancia en una secuencia muy compleja y que no todos pudieron realizarla de una manera integral y desde esta mirada que hoy explicamos fácil, pero que a ninguno de nosotros nos resultó fácil.


Todo este proceso va a fructificar por lo menos tres razones.


Primero. porque el Partido Comunista estaba a punto de estallar o estaba estallando a consecuencia de la magnitud de los errores que implicaba el apoyo a Luder Bittel y de los errores cometidos durante la dictadura militar, sobre todo por un partido que había aportado más de cien desaparecidos y varios miles de presos políticos


En segundo lugar porque había madurado una generación de militantes en el partido que en su juventud había protagonizado una experiencia como la de la Coordinadora de las Juventudes Políticas en los años ’70 y que en los años ’80 había conocido muy de cerca la experiencia victoriosa de la revolución sandinista en Nicaragua y la ofensiva del Farabundo Martí en El Salvador y desde esas experiencias había conocido otras experiencias, otra literatura, otro pensamiento que el que circulaba bajo la supervisión de la Comisión de Propaganda y los equipos ideológicos.


Y en tercer lugar, porque en la dirección de la Juventud Comunista y en una parte de la dirección del partido, se comprende que si el Partido Comunista no iba a un proceso de viraje el partido iba a estallar e iba a desaparecer de la escena nacional.


Estos son los antecedentes y las causas del proceso de debates del XVI Congreso que tuvieron un doble carácter.


Si uno los piensa como militante de la juventud de los ’70, uno piensa que es un viraje que llegó tarde y que bien le hubiera hecho a la militancia comunista haber hecho el XVI Congreso en 1968, por ejemplo, y poder haber participado, como participó, en las luchas abiertas por el Cordobazo de otra manera, con otra perspectiva como reclamaba Ernesto Giudice en su Carta a mis camaradas, con la idea puesta en construir una fuerza para la revolución.


Y así pues, que desde un punto de vista, el viraje del Partido es un viraje demorado y atrasado.


Pero si uno lo piensa desde el punto de vista de lo que pasó en el mundo poco después, con la caída del Socialismo y la desaparición virtual del Partido Comunista de la Unión Soviética y el descalabro del movimiento comunista internacional se puede afirmar con total objetividad, creo yo, que el viraje del Partido Comunista tuvo un carácter anticipatorio, preventivo.


Y que sin los debates del XVI Congreso, el partido Comunista de la Argentina, por su relación tan especial con el Partido Comunista de la Unión Soviética, que traté de explicar a lo largo de toda la charla, por el grado de penetración de la lectura más dogmática del marxismo, por el grado de intolerancia hacia otras lecturas revolucionarias y hacia otras experiencias difícilmente hubiera podido sobrevivir a la caída del socialismo real, de la URSS, al triunfo del menemismo en las elecciones del ‘89 y a todo lo que pasó en estos años.


Porque en realidad, lejos de la visión culposa tan fuerte en la Argentina por el peso de la moral judeo cristiana, la autocrítica no se hizo para encontrar culpables, para salvarnos y “saber quién es el que nos arruinó la vida” sino que se hizo desde una mirada, una perspectiva revolucionaria, desde un balance de la lucha de clases en la Argentina, desde el compromiso más sólido con la generación que peleó y casi triunfó en los ’70, y desde el compromiso con los desaparecidos cuya bandera hay que llevar finalmente a la victoria.


Y desde esa perspectiva, el viraje del partido se hizo para poder servir mejor a los trabajadores y el pueblo argentino.


Alguna vez Lenin habló de que finalmente la autocrítica fortalece al que la hace, Fidel lo dijo de un modo más latino, y con esto termino: “del festín de nuestra autocrítica, el enemigo solo comerá las migajas”.


Lo fundamental de este festín será en beneficio del pueblo y de la lucha de los trabajadores argentinos.




El viraje del Partido Comunista


2. Los cambios en la acción política real. Quince años de lucha por la unidad de la izquierda


conferencia de José Ernesto Schulman


en el Archivo General de la Nación.


el 1º de noviembre de 2000


Vamos a tratar de darle continuidad a las opiniones y reflexiones que hicimos la semana pasada.


Nosotros tratamos de demostrar que en el Partido Comunista ocurrió un cambio real, que el viraje es una modificación real de la forma de mirar la realidad; de la estrategia y de las conductas políticas cotidianas, de la practica política concreta


También tratamos de explicar que este proceso empezó como un proceso de autocrítica puntual sobre las posiciones electorales de 1983, pero que en la medida que se fue desplegando fue alcanzando una dinámica propia, y fue abarcando cada una de las instancias que constituyen el pensamiento de un partido político, del debate sobre acontecimientos políticos puntuales a la estrategia mas general, incluyendo el modo de pensar la teoría revolucionaria del marxismo.


Lo que nos interesa destacar es que al modificar el modo de mirar la realidad, al modificar el modo aproximarse al marxismo, la resultante fue que cambió la mirada sobre la realidad y así como hemos tratado de pensar la semana pasada al viraje como un proceso de corrección de errores, se puede también pensar al viraje como una nueva lectura de la realidad nacional, latinoamericana y el mundo y sobre esa base la consecuente modificación de las políticas reales y la formulación de una nueva estrategia.


Entonces si pensamos al viraje como la modificación de la política real del Partido Comunista; intentar hacer la historia del Partido Comunista nos lleva a pensar la historia de los últimos 15 años, la historia de las luchas sociales, de las luchas obreras y populares; y arribamos a unos de los conceptos básicos de Antonio Gramsci cual es que la historia de un partido político es la historia de un país desde un punto de vista monográfico.


No se puede entender la historia de un partido o un proceso interno de un partido lo cual es este del viraje, si no es desde la comprensión de lo que ocurrió realmente en la totalidad de la vida social de la Argentina. Obviamente que en el escaso tiempo que tenemos para hablar del tema no podermos encarar semejante tarea sino simplemente señalar algunas puntas para una investigación y el debate pendiente.


El viraje del Partido Comunista comenzó con gestos que se fueron produciendo como respuesta a desafíos de la lucha política real, no necesariamente desde el comienzo pensados como parte de una estrategia, cuyo final es el que resultó; el viraje completo, integral de la política del partido.


El primer gesto o uno de los primeros gestos que anticipa y de por si comienzan el viraje, ocurrió en Rosario en octubre de 1984 con la realización del primer acto de homenaje a Ernesto “Che” Guevara nacido en Rosario, el primer acto público, post-dictatorial y el primer acto público que el Partido Comunista Argentino realizara de homenaje al Che.


Con este acto de homenaje al Che comenzó un proceso de reencuentro de los comunistas argentinos con Guevara y significó desde el punto de vista práctico la ruptura del predominio casi absoluto de la hermenéutica soviética sobre el marxismo en el Partido Comunista argentino.


La apertura al pensamiento de Guevara fue sólo el primer paso de una apertura y de una incorporación del pensamiento de Mariátegui, de Shafik Jorge Handall, entonces secretario general del partido comunista del Salvador y hoy Presidente de la cámara de diputados del Salvador, uno de los comandantes del Frente Farabundo Martí, también del pensamiento de Piñeiro Losada uno de los comandantes de la revolución cubana recientemente fallecido y autor en aquellos años de un libro muy importante que se llamaba “Los caminos de la unidad”, y en general un fuerte viraje en el modo de mirar al marxismo, que había estado caracterizado por el euro centrismo, a una fuerte atención a las temáticas del marxismo latinoamericano y a una fuerte vinculación con los procesos revolucionarios centroamericanos que estaban en un momento de auge y desarrollo.


Recordemos que la revolución sandinista en Nicaragua había triunfado solo 6 años, atrás el 19 de julio de 1979; que la revolución cubana estaba en un proceso de fortaleza y que por toda América latina crecían experiencias que desafiaban al poder en Guatemala con la URNG Unión Revolucionaria Nacional de Guatemala, en el Salvador con el Farabundo Martí y muchos de esos países.


Este primer gesto de recuperación y reencuentro con el Che se proyecto en estos 15 años en una consecuente política del Partido Comunista Argetino de impulsar tanto la renovación teórica del pensamiento marxista en la Argentina y en América latina, como en una fuerte voluntad de articularse con el resto de las fuerzas revolucionarias de América latina


Fruto de ese primer gesto y de la política que se aplicó desde allí se, realizaron innumerables seminarios latinoamericanos sobre el pensamiento de Guevara, se contribuyó a fundar la revista América Libre, la única revista realmente multinacional que existe en América latina desde el pensamiento crítico que dirige Frei Betto un sacerdote brasilero y cuya secretaria general es la argentina y comunista Claudia Korol y además se produjo alrededor de ese movimiento de los seminarios de América Libre la articulación y el encuentro de fuerzas que irían a confluir todas hacia el foro de San Pablo pero que desde un perfil de izquierda intentarían allí mismo en el foro de San Pablo que es un movimiento amplísimo que va desde el PT de Brasil hasta el PRD de México encontrar una agenda propia de la izquierda e intentar abrirle camino ahí adentro.


El acto de octubre del ´84 entonces tuvo un primer sentido de ruptura con una manera de ver el marxismo y de abrirse a otras lecturas y fundamentalmente al pensamiento guevarista que se proyectó de esta manera y tuvo también un sentido que se proyecta en el tiempo


En el discurso que realizara Patricio Echegaray, entonces secretario de la Juventud Comunista en el acto de homenaje al Che en Rosario el centro de su intervención se concentro en la discusión con el posibilismo: si en la Argentina y en América latina era posible emprender un proceso de cambios revolucionarios o si como se formulaba desde el radicalismo, y sobre todo desde el “alfonsinismo” en el gobierno, las condiciones de la correlación de fuerzas en América latina y en la Argentina hacían que algunas cuestiones fueran teóricamente justas como por ejemplo discutir la deuda externa, pero desde el punto de vista político-práctico era imposible emprender la batalla por el No pago y el club de países deudores.


El debate con el posibilismo rápidamente fue al encuentro de una discusión mas profunda todavía, que fue la discusión sobre el balance de la lucha social y política desafiante del poder que transcurrió en la Argentina entre 1969 y 1975, y sobre las responsabilidades del genocidio y del golpe militar de 1976


En realidad el posibilismo que predicaban Alfonsin, Storani, Caceres y el grupo principal de la ex Coordinadora de la Juventud Radical mutada en fuerza hegemónica del oficialismo en la Argentina, provenía de un grupo de intelectuales entre los cuales resaltaban Portantiero, Aricó, José Nun y tantos otros que habían sido en los años ‘60 y en los años ‘70 parte fundamental de la intelectualidad mas crítica y más comprometida con el pensamiento marxista, gramsciano y guevarista en la Argentina.


Y la transformación de esta corriente intelectual expresaba algo mucho mas profundo que era la decisión de una parte importante de la intelectualidad que en los años ‘70 había contribuido a la lucha revolucionaria desde el pensamiento y desde la practica, la decisión digo de abandonar esa lucha, asumir que los cambios en la Argentina eran irreversibles y que por lo tanto lo único que se podía hacer era intentar mejorar el capitalismo realmente existente y los gobiernos que lo defendían


En definitiva el balance que esta corriente intelectual hace los años 70, es que nunca se debió luchar, que la derrota estaba predestinada desde antes de comenzar e incluso que toda forma de violencia política es mala de por si, deplorable y descartable.


En realidad esta discusión en el movimiento revolucionario mundial es una discusión vieja. Discutiendo las consecuencias la derrota de la Comuna de Paris, Engels decía que lo mas doloroso de las derrotas es que los pueblos olvidan las razones por las cuales lucharon; y Marx que había tenido opiniones críticas a la dirección de la Comuna de Paris antes de que estallara la confrontación entre la Comuna y el gobierno francés, que sería asistido por su “enemigo”, el ejercito alemán, va a escribir cartas muy explicitas diciendo que no había sido un error luchar, que en todo caso el error había sido no luchar con mas enjundia, con más, capacidad y con mas organización: “La canalla burguesa de Versalles puso a los parisinos ante la alternativa de cesar la lucha o sucumbir sin combate. En el segundo caso, la desmoralización de la clase obrera hubiese sido una desgracia enormemente mayor que la caída de un número cualquiera de jefes” y la misma discusión había ocurrido en 1905, luego de los sucesos de la llamada la primera revolución rusa cuando Lenin va a discutir con el mismo sentido con los que arrepentidos o asustados por la derrota argumentaban que nunca se debió haber luchado.


Lo que plantea Echegaray en el acto del Che, y va a desarrollar en los meses siguientes en debate con el posibilismo es lo mismo: la lucha del pueblo argentino, de sus organizaciones sociales, políticas, incluidas las organizaciones políticas que habían elegido la lucha armada para abrir paso a su proyecto político era una lucha justa y la discusión debía ser cuales fueron las causas que impidieron el triunfo de esa lucha. La discusión era como se lodía mejorar la lucha, pero nunca jamás del tipo que proponían Arico, Portantiero y Nun de que nunca se debió haber luchado, una visión de arrepentidos de la lucha.


El otro gesto que va a ir construyendo el viraje del Partido Comunista y que va a tener una gran proyección hacia delante también, va a ocurrir en junio de 1985 cuando el Dr. Alfonsin, en la Presidencia de la Nación, anuncia por radio una conspiración golpista, convoca a la plaza de Mayo en defensa de la democracia y ante una multitud que ha sido movilizada en defensa de la democracia y contra los golpistas plantea de que la Argentina está en un estado de economía de guerra y que hay que proceder al primer ajuste radical a partir del cual, sin solución de continuidad, se han sucedido uno tras otro hasta perder la cuenta de cuantos han sido hasta el día de hoy que estamos ya sufriendo el segundo ajustazo del gobierno de de La Rua


Pero se puede establecer, si hubiera tiempo, que la historia de los ajustes “en democracia” empezaron en junio del ‘85 con el Plan Austral, declarado por Alfonsin a partir de un discurso de justificación que se asienta en este enfoque posibilista


La tesis de democracia o caos y de que para salvar la democracia había que ajustar la economía para no disgustar a los dueños del poder real se va a repetir como discurso justificatorio del ajuste hasta el día de hoy. Cambia a veces el cuco, pero el discurso es siempre lo mismo: si no hacemos esto se enoja el mercado, si no hacemos aquello se enojan los militares, es el mismo discurso justificatorio en los 15 años, la misma lógica del pensamiento colonizado que busca transformar a la victima en responsable de la violación sufrida.


La columna del Partido Comunista, que era muy numerosa, se retiró de la Plaza de Mayo cuando Alfonsin planteó lo de la economía de guerra, y comienza entre Alfonsin y la dirección del viraje del Partido Comunista una discusión pública; que por supuesto gana Alfonsin ya que él habla desde los actos oficiales y tiene como medios de comunicación a los medios de comunicación nacionales, a los dirigentes políticos y a los intelectuales organicos del sistema, sus órganos de prensao, sus revistas, sus periódicos.


Alfonsin dedica 4 o 5 discursos a la discusión que se había abierto con el Partido Comunista. Primero plantea que “a los que se niegan al plan Austral les decimos que no son de acá” y está estableciendo nuevamente que el que se opone a la política oficial es un extranjero, no tiene nacionalidad y en definitiva en la consecuencia de su razonamiento vuelve al discurso justificatorio de los españoles de que los indios en realidad no son humanos y por eso se los puede matar. Si no estas de acuerdo con el plan de ajuste, no sos argentino, si no sos argentino se puede volver a cometer el genocidio, el terrorismo de estado lo que sea…


Luego plantea que los debates del Partido Comunista han reinstalado el tema de violencia en la Argentina y que está en peligro la democracia e incluso llega a formular en un discurso una apelación publica para que se sostenga la política tradicional del frente democrático nacional que había sostenido el Partido Comunista durante 50 años y que hemos tratado de explicar sus consecuencias y porque los cambios, incluso llega al colmo de utilizar un viaje internacional a Cuba y de pretender plantearle al Comandante Fidel Castro, sus diferencias con los comunistas argentinos.


¿Qué es lo que le molestaba tanto a Alfonsin?, porque el Partido Comunista Argentino era entonces una fuerza electoral minoritaria al máximo, que había quedado en condiciones muy difíciles cuando salió de la dictadura y que además e propio debate del XVI congreso lo había desestabilizado de un modo alto


A Alfonsin le preocupaban dos o tres cosas, primero que la denuncia por parte del Partido Comunista de la teoría de los de los demonios, la ideología del posibilismo y del verdadero papel que estaba jugando el gobierno de Alfonsin, afectaba lo que yo considero es el mito radical de los derechos humanos, esta idea largamente sostenida en la Argentina de que los gobiernos de la Unión Cívica Radical, y el radicalismo como fuerza, han tenido un compromiso alto con la defensa de los derechos humanos, idea que no resiste el menor análisis histórico si pensamos que el primer presidente radical Irigoyen fue el que ordenó la masacre de la Patagonia Rebelde, es el que ordeno la matanza de la Semana Trágica en el barrio Parque Patricios, o que por ejemplo el mismisimo Presidente Illia, tres meses antes de ser destituido en 1966, negó la personería electoral del Partido Comunista aduciendo que eramos un partido “que no tenia compromiso con la democracia” ; que Angeloz puso 100 dirigentes radicales como intendentes del “Chacal” Menéndez de la dictadura de Videla en la provincia de Córdoba o que el Dr. Alfonsin es el que elaboró y construyó la política de impunidad en base a las leyes de Punto Final, las leyes del olvido y los acuerdos con Rico en Semana Santa.


Además, en segundo lugar, lo que le preocupaba y le molestaba a Alfonsin era de que al romper con la política del Frente Democrático Nacional y recuperar plena autonomía e independencia política, el Partido Comunista dejaba de ser una fuerza política tolerable, dejaba de ser una fuerza incluso utilizable en alguna operación política y se transformaba en una verdadera fuerza opositora que ocupaba un lugar en la izquierda, y que iba a fortalecer ese espacio.


Ese primer gesto de la retirada de Plaza de Mayo va a continuar con el rechazo a todos loa planes de ajuste, con el rechazo al pago de la deuda externa y con la participación consecuente -sin ningún tipo de vacilación- en las condiciones en que estaba del Partido Comunista durante los últimos 15 años en la resistencia a los planes de ajuste de Alfonsin, en la denuncia del carácter del gobierno de Menem aun antes de que asuma, en la participación en la lucha contra el Menemismo desde el primer día y en cada uno de los ciclos de lucha que hubo contra el gobierno de Menem.


En nuestra opinión la lucha contra el menemismo transcurrió por tres ciclos y los comunistas fueron parte del primer ciclo de las luchas contra de las privatizaciones y jugaron un papel bastante importante en la huelga ferroviaria de1991 de 40 días, el intento por enfrentar a las privatizaciones más serio que hubo por parte del movimiento obrero; fueron parte importante de la gestación del segundo ciclo de luchas que comenzó con el Riojanazo de diciembre de 1993 cuando el pueblo quemó las puertas de la Casa de Gobierno de la provincia de La Rioja y también fueron parte del Santiagazo del 18 de diciembre del 93 que fué una movilización popular que termino incendiando todos los símbolos del poder en Santiago del Estero, y también fueron parte del inicio del tercer ciclo de lucha contra el Menemismo que fué la gran movilización contra el 20° aniversario del golpe de estado en 1996.


Es decir que desde ese primer gesto de abandonar la plaza en repudio a la declaración de una economía de guerra siguen 15 años de una política consecuente de enfrentar el ajuste y la receta del Fondo Monetario Internacional que son justamente las que nos han traído hasta el lugar en que estamos; en que el diario La Razón de hoy dice que por día 1000 argentinos cruzan la línea de pobreza lo que significa que su familia no recibe $ 146 al mes, esa es la realidad de la Argentina despues de quince años de ajustes presentados para salvar la economía y la democracia. Más crisis y menos democracia.


El otro gesto que preanuncia y concreta el viraje al mismo tiempo es la formación para las elecciones de 1985 del Frente de Pueblo un acuerdo electoral entre el Partido Comunista y el MAS y fuerzas menores y grupos peronistas sobretodo de la provincia de Buenos Aires, con Villaflor, Soares y algunos otros y constituye esto un hecho absolutamente inédito en la política de izquierda de la Argentina, porque bueno los comunistas y los trotskistas en la Argentina habían sido fuerzas enfrentadas al mas alto nivel de la confrontación.


A partir de ese primer Frente del Pueblo, que va a debilitarse y diluirse en abril del ‘87 con las diferencias de Semana Santa, que se va a reconstituir con Izquierda Unida en 1988, que va a producir dos acontecimientos muy importantes: el primero son las primeras elecciones abiertas internas de una fuerza política en la Argentina realizadas con mucho éxito, mas de 400.000 votantes, en diciembre de 1988; como un esfuerzo de acercar a la izquierda organizada en partidos a la izquierda no organizada en partidos o la llamada social y sobre todo conviene recuperar, o me parece a mí que es absolutamente recuperable, la realización de la Plaza del No en mayo de 1990 en respuesta -y con una alcance popular muy alto-, a aquella Plaza del Si que organizara Bernardo Neustadt, con su programa de entonces junto a Mariano Grondona y el propio Presidente Menem.


La primera Izquierda Unida, la de 1988, 89, 90; va a estar seriamente afectada por e cambio de la situación mundial, por la caída de Muro , por la desarticulación de campo socialista, por la lectura que el MAS hace en primera instancia de los acontecimientos que se libran en la ex Unión Soviética, que ellos toman solo como el debilitamiento de las direcciones stalinista del socialismo para ser reemplazado por una nueva dirección del socialismo de carácter trotskista; desde esa perspectiva consideran que no les es conveniente participar en una alianza con una fuerza a la que ellos caracterizaban como stalinista y deciden romper Izquierda Unida, la primera Izquierda Unida, y quedarse. de paso. con el diputado electo por la alianza de izquierda para ellos.


La caída del muro y la desarticulación de la Unión Soviética generan por supuesto en un partido como el Partido Comunista Argentino una tremenda conmoción, y se constituyen en su interior tres visiones sobre como afrontar la crisis, la primera es una visión de claudicación: el actual presidente del bloque de senadores del FREPASO de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Sigal, encabeza entonces una corriente que dice claramente que cayo la URSS, que se cayo el muro, que ha triunfado el capitalismo, que no tiene ningún sentido seguir manteniendo una fuerza que proclame la revolución y se proponga cambios socialista en la Argentina; la otra visión es una visión que dice que el movimiento revolucionario esta en dificultades, todo lo que se dice es parte de un ataque del enemigo, aferrémonos a que no es cierto lo que se dice sobre Stalin , que no es cierto lo que se dice criticamente sobre el socialismo en la Unión Soviética, mantengamos el objetivo y sigamos como hemos sido toda la vida; en una actitud que constituyó una especie de regresión de los cambios habidos desde el XVI congreso. esa posición fue articulándose y hoy se constituyen en un partido que se llama Partido Comunista Congreso Extraordinario, de muy pequeña inserción en el movimiento real


La tercera actitud es la que asume la mayoría de la dirección de entonces del partido, que empalma con todo el esfuerzo realizado desde la revista América Libre, de los seminarios el Che , de renovación teórica y apuesta a dos cosas: a vincularse a la parte del movimiento revolucionario que asume la misma actitud de renovación del ideario revolucionario desde el Partido Comunista de Cuba con Fidel Castro hasta el Frente Farabundo Marti en el Salvador y otras organizaciones.


Se orientan entonces a consolidar el viraje del Partido iniciado con el XVI congreso y extenderlo incluso a una serie de cuestiones no analizadas hasta entonces con lo que se ve de la crisis del socialismo, con una visión renovada del socialismo, el papel del estado en el socialismo, la recuperación de la idea de la autonomía del movimiento obrero, antes y después de la lucha por el poder, etc.


Este esfuerzo de profundización del viraje, se expreso primero en un documento firmado por cinco dirigentes revolucionarios de América latina, La Carta de los Cinco firmada por Jorge Shafick Handal, Narciso Isa Conde, Patricio Echegaray, Rigoberto Padilla, que planteaban e 1990 dos cuestiones que hoy adquieren a la distancia mucha importancia; la primera idea es que decían, contra todo el discurso dominante entonces, que no había crisis sólo del socialismo, sino que también había crisis del capitalismo, esas dos crisis estaban vigentes y que el capitalismo también tenia sus crisis que se estaba desplegando, velada, por la crisis del socialismo, y la segunda idea mas fuerte todavía, es una idea en si de renovación profunda del pensamiento revolucionario pues van a decir la esperanza de la revolución esta en América Latina y van a decir América Latina es el continente de la esperanza revolucionaria; no es la Europa dominada por la social democracia, no es el territorio de los ex países socialistas, no es tampoco África por las consecuencias terribles que ha tenido la colonización, sino que en este continente, por la historia, por el desarrollo del capitalismo, por una serie de combinaciones es posible que renazca la esperanza del socialismo para todo el mundo y eso es lo que efectivamente ocurrió en estos diez años


Si hay un lugar del mundo donde el socialismo se ha mantenido vivo es en Cuba, si hay un lugar del mundo donde la izquierda se ha renovado, se ha revitalizado y se a fortalecido, es en América latina; el P.T. acaba de conquistar la mayoría parlamentaria en Brasil, el Farabundo Marti la conquisto en marzo de este año en El Salvador, el Frente Amplio es una fuerza que no se puede ignorar en la política uruguaya y en Brasil ha crecido un movimiento popular, el Movimiento de los Sin Tierra, que genera experiencias de poder popular a nivel regional, absolutamente original , son mas de un millón de campesinos que viven en los campamentos que dirigen Los Sin Tierra en Brasil; y en los últimos años ha vuelto -después de varias décadas- una fuerza política de izquierda, claramente de la cultura comunista, como son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC, a constituirse como una fuerza capaz de desafiar el poder y de proponerse cambios revolucionaros.


Así pues, desde esa situación de extrema debilidad y de ruptura de Izquierda Unida se procura mantener el esfuerzo por la unidad y por la construcción de alternativa, se convoca a constituir primero el Frente del Sur, se participa en todo el proceso fundacional del Frente Grande con la idea de que es posible, y es conveniente, un acuerdo de la izquierda con sectores de centro izquierda, con sectores cristianos, con sectores que se inclinen por algún tipo de cambio, y ese esfuerzo de los comunistas va a terminar como se sabe en un proceso de absoluta hegemonía de Chacho Alvarez en el Frente Grande y la expulsión del Partido Comunista del Frente Grande, en julio de 1994 que marca el comienzo de una derechización vertiginosa del Frente Grande, luego FREPASO, luego Alianza y que se puede mostrar en una parábola que termina en ésta renuncia de Chacho Alvarez donde el mismo dice que es imposible modificar desde adentro del gobierno siquiera en el tema elemental de la corrupción.


Lo que nosotros hemos discutido sobre esta experiencia es que fue correcto el impulso y la formación de acuerdos amplios contra el neoliberalismo, contra el modelo, pero lo que no percibimos en ese momento era la verdadera estrategia y la verdadera dimensión o la verdadera peligrosidad del grupo Auyero, Chacho, Meijide y sobre todo la lección que sacamos es que para poder ir a acuerdos de la izquierda con fuerzas de centro izquierda, aun con fuerzas de centro en la lucha por la defensa de la democracia o la lucha por algunos cambios sociales, aunque sean mínimos; de lo que se trata es que la izquierda vaya unida, vaya constituida y vaya con identidad, como sabemos decir: marchar de la unidad de la izquierda al centro y no al revés porque nos hegemonizan y nos coptan; por eso es que este relanzamiento que hemos hecho hace unos tres años ya de Izquierda Unida no es un esfuerzo que se propone construir la alternativa política en la Argentina contra el neoliberalismo sólo y adentro de Izquierda Unida sino que nos proponemos que la Izquierda vuelva a tener identidad, que la Izquierda vuelva a tener visibilidad, que vuelva a ser visible para una parte de la sociedad y desde esa estatura política conseguida poder proponer al conjunto de las fuerzas que se nieguen a convalidar el modelo del capitalismo en la Argentina la construcción de lo que nunca se resolvió ni en los 80 años de historia del Partido Comunista, ni en los 120 años de historia del capitalismo en la Argentina, que es constituir una fuerza política alternativa al capitalismo con al fuerza suficiente como para enfrentarlo y como para derrotarlo.


Ese día el viraje del Partido Comunista habrá fructificado plenamente, y podremos decir aquello tan hermozo de que hemos creado algo más grande que nosotros mismos.


FUENTE: http://cronicasdelnuevosiglo.wordpress.com/2000/11/01/el-viraje-del-partido-comunista/