sábado, 29 de septiembre de 2012

El enemigo es un poco más grande que Clarín

En ocasión de la charla brindada por Luis Suárez Salazar en el Cefma, el secretario del Partido Comunista argentino, Patricio Echegaray, invocó la memoria del recientemente fallecido historiador marxista británico Eric Hosbawm: “Él llamaba a no perder la curiosidad, por lo que hay que volver a la edad de los por qué. Cuando uno se pregunta por qué pasan las cosas se encuentra con que la realidad nunca es la misma”, por eso “sugiero que nos preguntemos cuáles son las ideas fundamentales del Che que nosotros estamos utilizando en nuestra política, en nuestra cultura, para hacer caracterizaciones respecto al gobierno y tomar posicionamientos”.
Refiriéndose a Guevara reflexionó que “si hay algo en la visión guevarista del mundo, de la política y de los cambios, es el internacionalismo” y que “incluso el Che es uno de los grandes teóricos modernos del pensamiento revolucionario, que tomó el marxismo, el leninismo, a Gramsci y a Mao Tsé Tung y que estudió todo el proceso revolucionario con una gran pasión científica”. Agregó: “el Che iluminó todos los enfoques del marxismo”. Luego, Echegaray especificó que “el tema del internacionalismo en nuestra política es fundamental al punto que tenemos que ubicar que valoramos de este gobierno el gran hecho de que fue capaz de romper con las relaciones carnales del menemismo”. En este punto, aclaró: “No se olviden que se venía de las relaciones carnales, lo que era una discontinuidad en el peronismo, porque es verdad que Perón ubica que la Argentina, si quería desarrollarse, si se proponía ser potencia, chocaba objetivamente con Estados Unidos y si bien es cierto que se puso muy de moda aquello de ‘ni yanquis ni marxistas’, también es cierto que Perón abrió las relaciones comerciales con la Unión Soviética”.
Echegaray recordó algunos conceptos presentados con antelación por Suárez Salazar, como el de la plutocracia actualmente en el poder.
“En el tema del imperialismo y la plutocracia hay mucho que trabajar. En los gobiernos del capitalismo llamado ‘humanizado’ la tendencia es edulcorar y esperanzarse de que con el imperialismo es posible llegar al entendimiento, que es posible obtener una comprensión y que se le pueden hacer algunas concesiones, como la Ley Antiterrorista. Por eso acá la economía se debate en una situación sin salida. El tema es cómo hacemos para tocar los intereses de las 370 empresas que manejan la economía argentina, que son mayoritariamente norteamericanas, a las cuales casi no se les cobra impuestos.”
Asimismo, el secretario del PCA opinó sobre el amotinamiento disfrazado de protesta gremial que la semana pasada encararon prefectos y gendarmes: “estamos con una fogata en el centro de la ciudad”. Y pidió: “No nos comamos el ‘discurso 6-7-8’, que dice que el enemigo fundamental es Clarín, el enemigo es un poco más complejo, más grande y con una cantidad de recursos más extensos que los de Clarín, que es una parte del imperio, pero hay fuerzas armadas donde el imperio tiene su peso. Y está el poder económico, que no ha sido tocado para nada”.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Los Caceroludos no salieron por Julio López.


La marcha del yo

Eduardo Aliverti

Unos  por  poco.  Otros,  por  demasiado.  Y  una  ¿menudencia?,  con  tanto  de hipocresía como de ingenuidad. Esas podrían ser algunas de las definiciones que caben a lo sucedido el jueves a la noche.
El “poco” atañe a quienes, desde el Gobierno y sus alrededores, minimizaron por completo la magnitud de la protesta. Al margen de discusiones bizantinas sobre el número  aproximado  de  manifestantes,  fue  mucha  gente.  Mucha.  No  provino  con exclusividad de los barrios acaudalados. No fue sólo en Buenos Aires. Vamos: con ese mismo volumen de muchedumbre, si es del palo decimos que fue imponente. O, por lo menos, que revela la fuerza popular del modelo siendo que ya lleva casi diez años. Y también es veraz que el origen estuvo en las redes sociales, porque no podría haber sido de otra forma a partir de que la oposición dirigencial no existe. Este último dato, en gran medida, es lo que llevó a desmerecer la convocatoria porque su proyección sería  nula, al carecer  de  quienes  la  articulen.  Pero  eso  no significa  que  deje  de prestársele atención. Si es verdad que “siempre volveremos”, como dijo la Presidenta,
también lo es que siempre amenaza la existencia de un núcleo de derecha, activo en
más o en menos según las épocas; y conformado por factores de poder que se nutren
del privilegio propio, junto con la tilinguería que les hace el coro. Eso está y que sea un
paquidermo medio dormido, o espontaneísta, no quiere decir que deje de ser un
elefante.  Tienen  recursos,  ya  lo  demostraron  en  2008  y,  precisamente  por  no
habérselos atendido, se sufrió una derrota que pudo haberse evitado. De esa pérdida se
salió fugando para adelante, cuando nadie lo apostaba. Y es eso lo que vuelve a
imponerse: a más reacción, más acción. Lo de la re-re es una estrategia equivocada
que les proporciona gimnasia aglutinante. Es lo único de que pueden valerse y por eso
lo amplifican.
Del  “demasiado”  no  parece  que  haga  falta  agregar  mucho.   Colegas  de  la
oposición llegaron a permitirse la extravagancia insultante de comparar el jueves a la
noche con 2001. Más de veinte muertos por la represión, cincuenta por ciento de
pobres  e  indigentes,  un  país  incendiado,  fueron  entusiastamente  asimilados  a  un
montón de miles que salieron a pedir “libertad”. La libertad que estaban ejerciendo sin
ningún problema. Se les confirió a los ruidosos la categoría del total de la sociedad, o
de su grueso relevante. Quizás baste y sobre con lo que se le escuchó a un salame
televisado, en rol de conductor, al momento de la desconcentración. Alertó que debía chequearse cómo andaba el Roca, porque los protestadores tenían que volver al sur del
conurbano y esa línea de tren había sufrido inconvenientes durante el día. El tipo se
pegó un viaje hasta el 17 de octubre del `45. Se creyó que andaba viendo las patas en
la fuente de Plaza de Mayo, con las masas indignadas cruzando el Riachuelo. Un tipito,
pero emblematizó la visión de los agentes de prensa que compraron o vendieron estar
ante una gesta épica, inolvidable, determinante.
Queda el tercer aspecto, que se cuela entre esos extremos de los que ningunean
lo ocurrido  y quienes le otorgan un valor histórico. Es un componente  que viene
desarrollándose  hace  cierto  tiempo,  estimulado  por  el  discurso  de  los  medios
opositores. En todo caso, el cacerolazo lo potenció. Los reaccionarios orgánicos se valen
de él porque es una fachada que les permite predicar sus intereses sin retruque
probable, al ser un argumento cuyo mentís es de altísima incorrección política. Pero
también habrá los preocupados legítimos. Gente agotada o inquieta, por ejemplo frente
al hecho de espaciar relaciones, o directamente perder amistades, porque cada vez que
salta lo político  -y no hay forma de que no salte, por un lado o por otro y más
temprano o más tarde- los choques son irreconciliables. Este tercer elemento es eso de
la división de los argentinos. De los riesgos de profundizar las diferencias, de fijarnos en
lo que separa antes que en lo unificador, de no promover el consenso. Eso de que la
confrontación es buscada adrede y no como producto del intercambio de ideas. Eso de
que pueblo dividido es sinónimo de sociedad que no avanzará nunca. Eso de que en
una democracia no hay enemigos sino adversarios. Pues bien: uno ya está harto de
estas boludeces monumentales y cree que es hora de salirles al cruce, porque de lo
contrario se asienta un embuste que impide debates serios. ¿Desde cuándo resulta que
la política no es conflicto invariable y progresivo, si es que realmente hay pugna
ideológica y no una escenografía institucional de cartón? ¿O es tan difícil darse cuenta
de que estos sectores afiebrados por la necesidad de diálogo -para concederles candorson el árbol genealógico de la oligarquía, de las masacres de toda nuestra historia, de
las dos toneladas de bombas sobre civiles indefensos en junio del `55, del genocidio del
`76, del  sultán  riojano  que  añoran,  de  la  deuda  externa  que  socializaron,  de  la
propiedad agropecuaria nacida en cada oreja de indio entregada a las huestes de Roca?
¿De qué diálogo y de qué dictadura hablan? ¿Así que el pueblo fue y es su enemigo,
pero para el pueblo deben ser sus adversarios democráticos?
El sacerdote quilmeño Eduardo de la Serna, coordinador del Grupo de Curas en
Opción por los Pobres Argentinos, le remitió al firmante un texto de sencillez y precisión
arrolladoras, hoy publicado por Página/12, en esencia sobre los cánticos, consignas y
cuestionamientos vertidos el jueves. En su mayoría, aunque lícitos de expresar, eran
totalmente individuales. Y cita. “Quiero salir a la calle sin que me roben”, era el planteo
acerca  de  la  “inseguridad”  en  reemplazo  de  la  seguridad  como  bienestar  social.
“Quiero poder viajar”, como si los millones de pobres hubieran podido ir al extranjero
sin que nadie levantara la voz a favor de ese derecho. “La multitudinaria `marcha del
yo´, preocupada por `mis´derechos, se manifestó coherentemente en que cada `yo´
tenía su propia consigna; no había un `nosotros´, un `Pueblo´, salvo en el extraño
momento en que se cantó aquello de `si éste no es el pueblo…´ (que dicho sea de
paso, al igual que respecto de haber coreado que el pueblo unido jamás será vencido: dejen de robar emblemas de izquierda para aplicarlos a que no pueden conseguir
dólares). (…) Pocas cosas me parecen tan clásicas de la `clase media´ argentina como
su `amor al yo´, el mismo de Sri Sri, el mismo del `yo, argentino´, del `no te metás´,
del `por algo será´, del `en algo andaría´. Multitudinarios `yoes´que pareciera que
nunca pueden mirar un `nosotros´. Hace ya 200 años que estamos habituados a
convivir (?) unos y otros, puerto y pueblos, civilización y barbarie, blancos y negros…
De Proyectos se trata. Pero mientras unos insinúan siempre el deseo del voto calificado,
otros proponen ampliación de derechos aunque los calificados (o clarinificados) no
tomen nota. Total, se han copiado siempre”. Puede agregarse que cuando hay muchas
consignas termina no habiendo ninguna, como no sea una expresión de malhumor. De
odio de clase. Finalmente, de impotencia.
Este editorial termina en primera persona, como es de estilo y pertinente aclarar
cuando un periodista -más aun en rol opinativo- se dispone a violar una regla básica de
la profesión.
Me importa una infinidad cantidad de carajos, y no soy más grosero solamente
para no abusar del efectismo, tener el más mínimo grado de consenso con esta gente.
Casi desde que el mundo es mundo, el mundo se divide en clases. Y en las más
postergadas, por obra de las dominantes de la pirámide y sobre todo en las medias,
que son el jamón del sándwich, hay franjas asemejadas que hasta salen a la calle para
defender intereses que no les son propios sino de quienes las sojuzgan. Ante esa
verdad incontrastable se puede creer que vale convencer a los privilegiados y a sus
loritos por vía del “diálogo”, siempre desparejo gracias a los medios de comunicación
que pertenecen a la clase de punta. O practicar el “centralismo democrático” de dar la
batalla a través de los hechos, tal y como toda la vida hicieron ellos. No quiero saber
absolutamente nada de pacificar relaciones con esta gente. No quiero ni diálogo ni
consenso con quienes vociferan “yegua, puta y montonera”. No quiero sentarme a
soportar, ni por un solo segundo, a los que quieren para Cristina el final de De la Rúa.
Me repugna que salgan a manifestar muchos de los que hace poco más de diez años
canturreaban que entre piquetes y cacerola la lucha era una sola, porque les habían
pasado la cuenta de la fiesta de la rata. No quiero saber nada con esa gente que a la
primera de cambio apoyaría el golpe militar del que ya no disponen. Quiero tener con
ellos una profunda división. Y concentrarme en de cuál manera se garantizaría mejor
que se hundan en el fondo de su historia antropológico-nacional, consistente en que el
negro de al lado no porte ni siquiera el derecho de mejorar un poquito.
Quiero a esa gente cada vez más lejos. Y cuanto más los veo, más seguro estoy.

MARCA DE RADIO, sábado 15 de septiembre de 2012.