jueves, 23 de diciembre de 2010

Y si hubiera un cielo?

Digo, y si hubiera nomas un cielo
un lugar donde están los que no están
los treintamil y los que murieron peleando
contra la impunidad en estos treintaypico de años,
cuatrocientos y nosecuantos meses
y un montonazo de días, horas y segundos
de la puta impunidad


Digo, ya sé que es difícil
pero si al final de cuentas
hubiera un cielo
donde estén el Roby y Agustín
el Paco y Rodolfo y el Negrito
y la Adriana y el viejo Floreal


Digo, yo no creo que lo haya
porque quinientos años de ciencia
y los telescopios y eso del materialismo dialéctico y el antidhuring


pero si por las putas hubiera un cielo
que fiesta que tendrán los compañeros
que pedo de vino barato como el clandestino


que alegría que tendrán los que vencieron la muerte
viendo al muerto de Videla temblar ante la sentencia
después de tanto alardear y amenazar
mostrándose al fin en su desnuda imagen asesina


Digo, como decía armando, si no existe el cielo
debería haber un cielo para los compas,
al menos,
puta, que les cuesta,
al menos para que esta noche brindemos juntos
y soñemos que estamos allá y que están acá
que no se fueron nunca o que no nos salvamos
que seguimos juntos
y juntos derrotamos….


digo, ya se que no del todo ni integralmente
y todo eso que bien lo sé
que mariano y formosa y la villa de soldatti
y el Julio y todo lo demás


pero Videla se fue para la cárcel
y nosotros estamos aquí y en el cielo
de los compañeros
celebrando
y eso merecería que hubiera un cielo

José Schulman.

19/20 dE dicieMbre 2001 *eL fuEgo dE la RebeLióN*

¿Cómo prolongar a lo largo del tiempo la indisciplina y la rebeldía, más allá del momento puntual de catarsis donde se le pone el cuerpo a la represión en la calle?
Cuando no se cuenta con una estrategia política y con una ideología que a largo plazo marquen el camino, terminamos dependiendo del humor y de las emociones del momento.
Las emociones son fundamentales en la lucha. Nadie estaría dispuesto a arriesgar su vida y a perderla, si fuera necesario, única y exclusivamente por haber comprendido teóricamente los conceptos de plusvalor o de trabajo abstracto. Sin emociones reales, sin sentimientos, sin sueños y fantasías, la vida sería sumamente aburrida y la lucha de clases sería apenas un teatro negro del absurdo, repleto de autómatas, marionetas o burócratas racionales.
Pero la política revolucionaria no puede subordinarse a los altibajos erráticos de los estados de ánimo. Se nos impone el desafío de mirar un poquito más allá de la coyuntura inmediata y del vaivén de nuestras emociones diarias.
Allí aparece, en primer plano, la importancia insustituible de la cultura revolucionaria, de la voluntad organizada de lucha, de la ética de la rebelión, de la creación ininterrumpida de conciencia socialista y de subjetividad insurrecta. La necesidad de una concepción del mundo y de una ideología propia, no ajena. La necesidad de la formación teórica para poder elaborar –colectivamente- una estrategia.
Lograr superar el posterior apaciguamiento –y el peligro de cooptación…- que sigue a la rebelión de masas implica una tarea dura, anónima, persistente y a largo plazo. Un trabajo de hormiga o, en los términos preferidos por Carlos Marx, un trabajo de topo.
La revolución –ni siquiera en las estrategias insurreccionalistas más desenfrenadas- jamás se logra de un día para otro ni se produce, espontáneamente, por un espasmo instantáneo y repentino. Aunque hoy estén de moda –principalmente en los saberes universitarios, aunque también en una que otra organización popular- mil y una narrativas espontaneístas y pretendidamente “horizontalistas”, la conciencia revolucionaria jamás nace automáticamente. Hay que conquistarla. Hay que crearla.
Nada crece espontáneamente, excepto las malas hierbas. Sin una lucha por la conciencia y por la hegemonía socialista, el sentido común queda pasivo alimentándose de la ideología enemiga. ¡No nos olvidemos de la DICTADURA de los medios de comunicación en la que vivimos! Sin un trabajo político y social a largo plazo la conciencia puede llegar, a lo sumo , hasta el límite del… enojo visceral y la furia pasajera contra los patrones. ¡Pero nada más!. Para pasar de la ira y de la bronca a la acción política, hay que sembrar, hay que abonar y hay que regar el sentido común todos los días. Es el único camino para que en su seno florezcan la conciencia socialista y los valores de hombres nuevos y mujeres nuevas.
La construcción de esta nueva subjetividad, antiautoritaria, antiburguesa, antipatriarcal, anticapitalista y antimperialista, es decir, socialista, jamás fue ni será fruto de un decreto administrativo (aunque ese decreto tenga el sello prestigioso del postestructuralismo francés o del multiculturalismo norteamericano, ambos a la moda…).
Por más heroica que entonces haya sido, la rebelión del 19 y 20 de diciembre no duró para siempre. Después vino, una vez más, como suele suceder, el trabajo de pinzas. El garrote y la zanahoria. El león y la zorra, como decía Maquiavelo. La combinación de la represión (la masacre del Puente Pueyrredón contra el movimiento piquetero, la represión en la fábrica recuperada Brukman contra sus obreras, etc.) y los intentos de cooptación (las apelaciones del nuevo gobierno al “capitalismo nacional”, sus mesas de diálogo, los subsidios, etc.).
Lo que sucede es que toda rebelión es pasajera si no logra sedimentarse a lo largo del tiempo. Sin una lucha sistemática y organizada por la hegemonía socialista en el seno de nuestro pueblo, jamás lograremos cambios duraderos. Que nuestros muertos y el 19 y 20 de diciembre no se olviden depende, también, de nosotros.
La conciencia, la cultura política, la subjetividad popular y el sentido común de las clases subalternas y explotadas se presentan como ámbitos de disputa. No están cristalizados, están abiertos y en movimiento. La batalla teórica y cultural en todos esos terrenos se convierte, entonces, en una tarea colectiva impostergable y a largo plazo.


Nestor Kohan en el Capital, historia y método.

Por una conciencia revolucionaria

No pretendo realizar tan sólo el poema político.
No pretendo que mis camaradas sigan por ese camino.
Que cada cual cultive en su intimidad el dios que quiera.
Pero reclamo de cada uno la actitud revolucionaria frente a la vida,
pero reclamo el puño cerrado frente a la burguesía.[...]
¡Prepáremonos para tirar!
Contra los museos,
las universidades,
la prensa paquidermo,
la radiotelefonía, la academia,
el teatro y el deporte burgueses.
Preparémonos para tirar
Y acertar esta vez.
(...)
Para abatir al imperialismo.
Por una conciencia revolucionaria.
Y aquí nosotros contra la histeria fascista,
contra el SOCIALISMO TIBIO,
contra la confusión Radical,
(...)
Yo arrojo este poema violento y quebrado
contra el rostro de la burguesía!


González Tuñón.


Nada debe parecer imposible de cambiar.

..."Debajo de lo cotidiano, descubran lo inexplicable. Detrás de la regla consagrada disciernan lo absurdo. Desconfíen de los gestos menores, de los actos triviales, de todo lo que parece simple y sencillo. No acepten como cosa natural una costumbre recibida. Pregunten por su necesidad. Les pedimos expresamente: No acepten lo habitual como cosa natural. En una época en la que impera la confusión, en que se derrama la sangre, en que se ordena el desorden, en que la arbitrariedad adquiere fuerza de ley, en que la humanidad se deshumaniza... No digan nunca: ¡Es natural! Ninguna forma de relación social debe pasar por natural.
Nada debe parecer imposible de cambiar"...




Bertolt Brecht.